Diversidades sexuales

El ánimo en la Fiesta de la Cruz y el tinku en Macha

Artes y Culturas

26 de abril de 2023

*Foto: Médicos tradicionales de Cahuayo

 

El ánimo en la Fiesta de la Cruz y el tinku en Macha

Marco Antonio Flores Peca

 

La actual celebración de la Fiesta de la Cruz en el jatun ayllu de Macha del norte del Departamento de Potosí, es resultado de un sincretismo religioso y cultural, entre las visiones de los conquistadores y la cosmovisión de los naturales de estas tierras. Como parte central de esta celebración que conmemora tanto a la cruz católica como a la cruz andina o Chakana, se realizan las peleas rituales o tinkus, en el que las parcialidades de cada ayllu se enfrentan bajo los principios de la lógica y racionalidad andina. La finalidad de los tinkus es la búsqueda del equilibrio y  el otorgar una especie de pago a las deidades andinas por la cosecha. Las peleas rituales son tan feroces, que usualmente se llega a lamentar varios decesos, por lo tanto, los participantes del tinku deben prepararse anticipadamente e ingerir ciertos elementos que les ayudan a fortalecer su coraje y evitar que pierdan el ánimo.  

 

MACHA, CAPITAL DE LOS QHARA QHARAS

El jatun ayllu de San Pedro de Macha fue la antigua capital y principal centro ceremonial de la nación aimara de los legendarios guerreros Qhara Qhara, llegando a ser, desde inicios de la colonia, un centro de reducción católica y de recolección de mitayos para los laboriosos trabajos en las minas de plata de Porco y de Potosí. Además, Macha también fue el escenario de la gran sublevación de 1780, protagonizada por el cacique macheño Tomas Katary, quien lidera a la masa indígena del norte de Potosí para hacer frente a los abusos cometidos por los conquistadores españoles y ante los horrores de la mit’a minera, que cobraron la vida de miles de indígenas Qhara Qharas.

En la actualidad, la comunidad de San Pedro de Macha, declarada como “La Capital del Tinku”, es el taypi o centro ceremonial, que reúne anualmente a las parcialidades de urinsaya y hanansaya de los ayllus circundantes, para la realización de las ceremonias correspondientes a la celebración de la Fiesta de la Cruz, que resulta de un sincretismo religioso entre la devoción a la cruz católica y la cruz andina o Chakana. Como parte central de esta celebración se realizan las peleas rituales o Tinkus, donde hombres, mujeres y niños de diferentes edades se enfrentan bajo los principios de la filosofía y la racionalidad andina, llevando en alto sus valores culturales. 

 

EL TINKU EN MACHA 

La pelea ritual del Tinku se encuentra estrechamente ligada a las relaciones territoriales, políticas, sociales y culturales, que se dan entre los ayllus. Entendiendo al ayllu como “un grupo poblacional ligado por lazos de parentesco – más o menos estrechos – a un territorio por una historia y una cultura específicas, conformando un grupo étnico relativamente homogéneo” (López, Flores y Letourneux 1993, p.21).  Cada ayllu consta de dos mitades o parcialidades que son; el Alasaya o Hanansaya (mitad superior) y el Majasaya o Urinsaya (mitad inferior), ambas mitades son opuestas y complementarias en cierto sentido. Según Montes (1999), una de las mitades es de identificación masculina y la otra femenina, así el tinku es una especie de cópula simbólica; es el momento en el que, a través de una violencia institucionalizada, las dos mitades logran restablecer su unidad complementaria y equilibrio. Así, este encuentro violento entre personas en igualdad de condiciones tiene la finalidad de suscitar una catarsis colectiva y fortalecer las buenas relaciones con terceros. 

El componente filosófico del ayni o principio de reciprocidad, es fundamental para la realización del tinku, pues según este principio cada favor o ayuda recibida debe de ser retribuida en similar magnitud. Por consiguiente, el tinku es visto como una forma de agradecimiento o pago a las deidades del mundo andino por los favores recibidos.

“Si la Pachamama otorga a los hombres sus preciados dones plasmados en buenas cosechas, los hombres deben retribuir este gesto, otorgando algo de igual valor; su sangre e incluso sus propias vidas en la pelea ritual del Tinku”, (Flores, M. 1998). De ahí que es algo común que cada año existan varios heridos y hasta se lamente la muerte de personas en la celebración de la Fiesta de la Cruz. Por lo tanto, los participantes del tinku deben prepararse a través de una serie de ceremonias rituales para tener el coraje suficiente de otorgar su sangre e incluso su vida misma por un bien mayor. 

 

EL AJAYU, ÁNIMO Y QAMASA 

Desde la cosmovisión andina se tiene la creencia de que la naturaleza, y el universo tienen vida; así las plantas, los cerros, los animales, las estrellas, etc. eran considerados como seres animados, y por ende estaban dotados de un “alma” o energía vital. De ahí que tanto los aimaras como los incas hayan tenido una gran cantidad de ídolos de piedra como las Illas y las Conopas. Estos últimos, según Según Arriaga J. (1621), eran ídolos elaborados de piedra de diversas formas, que se heredaban de padre a hijo y se creía que estas propiciaban la comida y las buenas cosechas, además de proteger a toda la familia por lo que eran también denominados como wasi camayocs. De igual manera, es común que en muchos de los relatos y mitos andinos se llegue a antropomorfizar a los cerros guardianes de las comunidades, llegando a atribuirles la realización de eventos fantásticos, tal el caso del volcán Tunupa que es identificado como una mujer, que al perder a su hijo, llega a derramar la leche de sus pechos y sus lágrimas a la tierra dando origen al gran Salar de Uyuni.  En ese contexto, para el común de la población altiplánica, el ajayu es entendido como la energía cósmica interna que posibilita la vida en cada ser humano; el ajayu también permite que las personas puedan conectarse y entrar en comunión con las energías que habitan en el planeta y el universo.   

Según los Kallawayas el hombre se compone de 3 elementos: el jatun ajayu o alma principal, el juchuy ajayu o ánimo, y el cuerpo físico en el que ambos se encuentran encarnados. (Oblitas, 1978). Para el amawt’a aymara Carlos Jujra Mamani (2005), las personas tienen 3 energías vitales el ajayu o alma, el saqapa o ánimo que se encuentra conectado a las energías vitales de la naturaleza y el cosmos, y por último el qamasa que llegaría a ser el coraje o la fuerza interna de la persona.  Estas tres energías o sombras son las que otorgan equilibrio y armonía en la vida de las personas, permitiendo además conectarse con las demás energías que rodean el universo.   

 

LA PÉRDIDA DEL ÁNIMO 

Según Oblitas (1978), cuando el jatun ajayu se separa del cuerpo, la persona llega a morir de manera inevitable, sin embargo esto no ocurre con el ánimo, pues este usualmente sale del cuerpo mientras la persona se encuentra dormida; así los sueños son manifestaciones de lo que el cuerpo astral experimenta. Sin embargo, si el ánimo no retorna al cuerpo o cuando una persona pierde su ánimo, usualmente por algún susto, llega a tener desgano, se enferma e ingresa en un estado anormal al estar espiritualmente incompleto. Desde el imaginario del hombre andino, existen lugares especiales como los cementerios, quebradas, puquios, cerros, cuevas, etc. en los que habitan los saqras o entidades malignas capaces de influir en las energías vitales de las personas. Si alguna persona pasa por estos lugares de manera irrespetuosa o sin antes solicitar permiso a través de diversos rituales, los saqras pueden manifestarse de diversas maneras asustando a sus víctimas, haciendo que su ánimo salga de su cuerpo y permanezca en ese lugar. Cuando esto sucede la persona puede enfermarse del mancharisqa (susto) o el japisqa (cuando los saqras se apoderan del ánimo). 

La pérdida del ánimo, también puede ocasionarse por un sobresalto inesperado como el observar un accidente, o ser parte del mismo, lo cual hace que las personas se enfermen y lleguen hasta perder la vida, cuando no se consigue que el ánimo vuelva al cuerpo.

De manera popular se recomienda a las personas que sufren un susto o sobresalto, el ingerir un poco de tierra de ese lugar, escupir al suelo u orinar, evitando de esta manera que el ánimo se quede en este lugar, y más bien pueda retornar al cuerpo.

Según Gumercindo Acarapi, presidente de la Asociación de Medicina Tradicional (Abometrac) de Cahuayo, cuando una persona llega a perder su ánimo por algún susto, es necesario llamar el ánimo repitiendo el nombre de la persona, a la par que se toca una chillante campana, o también es posible preparar un remedio tradicional empleando: la piedra bezoar/jayntilla, el siwayru (plombagina), la piedra águila, la piray wisara, el taco (especie de arcilla), y la piedra de río. Las porciones precisas de cada elemento finamente pulverizado, deberán de diluirse en agua e ingerirse por la persona que sufre del mancharisqa o susto, y así lograr recuperar su ánimo.

Para los habitantes de la región andina de Bolivia, a la muerte de una persona, las energías vitales abandonan su cuerpo e ingresan en el subsuelo, convirtiéndose en una especia de abono que renueva las energías de la tierra y posibilita las nuevas cosechas. Por lo tanto, es algo común que se realicen grandes celebraciones festivas en honor a los muertos, tanto en el mes de noviembre – Todos Santos (Inicio de la siembre) como en febrero – Carnavales (Inicio de la Cosecha). 

 

GEOFAGIA EN LOS ANDES DE BOLIVIA 

La geofagia o la ingesta deliberada de tierras, arcillas o substancias minerales, fue una práctica común de varias culturas pre-coloniales del altiplano boliviano, pues nuestros antepasados complementaban su alimentación con la ingesta de elementos terrosos y minerales, además de otorgarle a este consumo un sentido mágico medicinal.

Para Browman y Gunderson (1993), la práctica de la geofagia en la región andina surge de la observación de la manera en la que los camélidos continuamente lamían ciertas paredes rocosas, llegando a ingerir pequeñas cantidades de tierras comestibles.

Así, por simple imitación, las personas inician también con el consumo de estos elementos percatándose con el paso del tiempo de sus bondades. En la actualidad, la geofagia es practicada por una gran cantidad de personas que habitan el Altiplano y demás regiones de Bolivia. Así, por ejemplo, la arcilla comestible conocida como Phasa en idioma aimara y como Chaco en quechua, se la puede adquirir fácilmente en diversos mercados y puestos de venta a nivel nacional, y es consumida pura, a manera de salsa para acompañar diversos alimentos (papas, ocas, etc) o diluida en agua para aliviar los problemas gastrointestinales como las úlceras y la gastritis. 

Según Luisa Quispe, médica tradicional de Cahuayo - Potosí, una gran cantidad de medicamentos para tratar, tanto las enfermedades físicas como psicológicas involucran el uso de tierras, minerales y arcillas comestibles. Algunos de los preparados, que involucran el consumo de tierras, arcillas y minerales son empleados de manera habitual para el tratamiento del susto y para fortalecer el coraje de las personas. 

 

Medicinas en base de tierras y minerales

Medicinas en base de tierras y minerales

EL ÁNIMO Y LAS JAYNTILLA ANDINOS 

Las jayntillas o bezoares son pequeños cálculos, que se forman al interior del tracto gastrointestinal de los animales rumiantes, y que fueron ampliamente utilizados con fines mágicos y medicinales. Para varias culturas pre-coloniales de la región andina de Bolivia, los bezoares provenientes de la taruca (venado andino), la vicuña, el guanaco y la llama eran bastante apreciados y hasta venerados. Según la información recopilada por el cronista Bernabé Cobo (1653), cuando los animales accidentalmente ingieren algún objeto extraño (pelos, espinas, palos, clavos) o comen algo que les enferma y lastima el estómago, instintivamente comen algunas hierbas saludables como la thola, que les sirven de antídoto o contraveneno.

Es decir que las jayntillas son una especie de bolitas o concreciones circulares, que encapsulan los materiales no digeribles o contrarrestan el veneno que enferma a los animales. De ahí que las culturas andinas atribuyen a las jayntillas el poder de curar diversas enfermedades tanto físicas como psicológicas, según el jesuita Ludovico Bertonio (1612), en idioma aimara los bezoares eran denominados como Jayntilla, y las más grandes eran venerados como Illas; especie de amuleto o representación en miniatura de algo, y muy relacionados con la fertilidad, y la buena producción agrícola.

Para los médicos tradicionales de Cahuayo, las jayntillas se forman en el estómago de las llamas, cuando estas se asustan, y emiten un grito de auxilio; por lo cual estas piedras son ideales para la cura de la pérdida del ánimo en las personas. Aun en la actualidad, la crianza de llamas se constituye en una de las principales actividades económicas de los pobladores del jatun ayllu de Macha, y al momento de sacrificarlas para el consumo o la venta, es común ver a las mujeres buscar las pequeñas jayntillas en los estómagos de las llamas, para más  adelante poder emplearlas con fines mágicos y medicinales. Por lo cual, las personas que  llegan a perder su ánimo durante la realización de la Fiesta de la Cruz, usualmente llegan a emplear preparados medicinales que contienen jayntillas y otros elementos pulverizados, que son disueltos en agua o chicha para luego ser ingeridos por las personas afectadas, a fin de restablecer su ánimo. 

 

EL ÁNIMO EN LA FIESTA DE LA CRUZ 

Los preparativos para la realización de la Fiesta de la Cruz se realizan con varias semanas de anticipación, sin embargo entre los días más importantes se tienen los siguientes:

El 2 de mayo, se realiza el uywa ñakaqu o sacrificio de animales, especialmente de llamas y corderos, la sangre fresca de los animales sacrificados es derramada en las cercanías de la casa como ofrenda a la Pachamama, mientras los presentes se pintan la cara con sangre, pues según la tradición esto ayuda a ahuyentar a los malos espíritus. Además, las cabezas de los animales permanecen un buen tiempo en medio de los patios, así la sangre ingresa lentamente a la tierra. En horarios de la noche se realiza la velada al Tata Wila Cruz, que es una cruz de madera envestida con las chalinas, el poncho, y la montera tradicional del norte de Potosí, además de llevar una imagen del rostro sangrante de Cristo en la parte superior. 

El 3 de mayo por la tarde, las comunidades suben a una colina denominada como “El Calvario” donde al son de la música de los Jula Julas y los charangos, se realizan una serie de ch’allas y libaciones. Los alférez o pasantes de la fiesta invitan a los presentes, hojas de coca y chicha en q’erus o especie de platos de madera, que llevan en medio el tallado de una pareja de toros. Además de solicitar a las deidades andinas que las peleas rituales se realicen de manera calmada y no se tenga que lamentar ningún incidente.  

El 4 de mayo desde tempranas horas de la mañana tanto hombres como mujeres, de la comunidad de Ch’uri Qala se ufanan en vestirse con la indumentaria típica de la región, para luego acudir a casa de los pasantes, donde después de realizar las acostumbradas ch’allas, y regar con la chicha ciertos lugares de la casa, se empieza a bailar en círculos en medio del patio de tierra, acompañados de la música de los jula julas y los charangos, dando de rato en rato violentos zapateos que sacuden la tierra en un diálogo eterno con las deidades del subsuelo. Más adelante, se pudo apreciar como un anciano introdujo algunos siwayrus de color celeste en dos waca vasos o q’erus de madera con agua, de los que bebieron todos los participantes del Tinku, “es para que los hombres no se asusten en la pelea y se les vaya su ánimo, esto les da más coraje”, dijo el anciano.  

Al respecto, cabe puntualizar que los siwairus (plombagina) son pequeñas bolitas de diversos colores, elaboradas con minerales pulverizados, pudiendo ser urqu siwairus (siwairus masculinos,) o china siwairus (siwairus femeninos). Mientras que los china siwairus son utilizados en prácticas mágico medicinales contra los malos aires y el viento, los siwairus masculinos se utilizan para el susto (Girault, 1988). Es interesante observar la reacción que tienen los hombres después de beber el ánimo siwairu, pues inmediatamente empiezan a dar gritos y enérgicos saltos como si de repente su energía vital habría aumentado considerablemente.

De igual manera, los hombres realizan 3 cruces con el dedo en los patios de tierra, donde bailaron en círculos, para luego extraer un poco de tierra e ingerirlo. Este consumo de tierra tiene una finalidad ritual y simbólica, en el entendido de que la tierra es parte del ánimo o esencia vital de las personas, es decir, que este consumo ayuda a que los participantes del tinku no lleguen a perder el ánimo, además que durante días anteriores el patio de tierra fue escenario de sacrificios de sangre, de ch’allas rituales y de bailes festivos, que energizaron de cierta forma el lugar.

Luego, la población en su conjunto se dirige al pueblo de Macha, en una especie de trote encabezado por el pasante que lleva al Tata Wila Cruz, y las imillas wawas (mujeres solteras) que van agitando las jank’u wiphalas (banderas blancas), como quien abriendo los surcos en los campos de cultivo y ahuyentan los malos espíritus. Durante el trayecto a Macha las tropas se detienen en lugares especiales como apachetas, cerros sagrados y chisirayas para realizar una serie de libaciones y ceremonias. 

De a poco, las comunidades que componen el jatun ayllu de Macha, realizan su ruidoso ingreso a la plaza del pueblo de Macha, dirigiéndose primero a la torre de la Iglesia denominada como la Torre Mallku; una representación simbólica del falo masculino, que complementa el espacio de la plaza de Macha denominada T’alla, de identificación femenina. Los comunarios realizan una ch’alla a los pies de la Torre Mallku, que antes de la conquista española, se constituía en un lugar de culto sagrado o wak’a. A eso de medio día, ya con el efecto de las libaciones y la adrenalina en su nivel más elevado, se inician los encuentros esporádicos entre las comunidades. Cuando dos comunidades antagónicas se encuentran, los Mayuras (autoridades de la fiesta), provistos de los trenzados de cuero, fungen de réferis organizando las peleas y evitando los excesos. De esta manera, uno a uno los comunarios se encuentran en el tinku en medio de un círculo o “cancha” formado por personas. Poco a poco, entre saltos y empujones ambos bandos inician las provocaciones de la siguiente manera:Jamuy, karichu kanqui, wajtaricuna” “Pitaq ñukawan carajo” “Yaykumuy k’orichiskayki”.

Las peleas, se realizan solamente con el uso de los puños, pues las patadas son visto como algo de cobardes. Los combatientes pueden utilizar los ñucus, cintas de grueso tejido o cuero de vaca, con las cuales se recubren los nudillos para causar mucho más daño al oponente, la técnica de uso común es el denominado “warakaso”, golpe fulminante que involucra la fuerza de todo el cuerpo en un solo movimiento. Aunque también se producen ocasionales ch’ajwas (peleas sin control) entre dos comunidades, que desbordan en un gran caos y en los que se evidencian los waykheos (paliza de varias personas a una sola), en estos momentos para evitar los excesos los policías lanzan gases lacrimógenos, que ahuyentan a los combatientes, aumentando a ratos el caos en la plaza de Macha. Durante la noche, lejos del resguardo policial y el control de las autoridades comunitarias, las peleas continúan afuera de las chicherías, y en las angostas calles empedradas del pueblo de Macha. Estas peleas llegan a ser tan intensas que al día siguiente se puede apreciar sangre derramada en las calles y se debe lamentar la muerte de una o varias personas, pues:

La realización del tinku, no tiene solamente por objetivo que uno de los grupos en combate resulte vencedor en el campo de batalla, sino también que haya muertos… Desde su profunda convicción, basada en su experiencia diaria, de que la tierra no da así no más, es capaz y está dispuesto hasta derramar su sangre para favorecer el crecimiento y la maduración de las plantas. Este derramamiento de sangre es un verdadero sacrificio en el doble sentido del término: acto de abnegación por excelencia y ofrenda como otra wilancha a las fuerzas de la naturaleza que pueden ayudarle a encontrar lo que necesita y anhela. (Van den Verg H, 1989, p. 65).  

Así la sangre derramada y hasta la muerte de alguna persona suscita un regocijo colectivo, constituyéndose en una especie de pago por adelantado a la Pachamama, y a las deidades del subsuelo para garantizar una abundante cosecha y prosperidad para toda la región. 

Así, en la celebración de la Fiesta de la Cruz y el tinku en Macha, los participantes pueden llegar a sufrir  grandes sobresaltos y momentos en los cuales llegan a perder sus energías vitales, de ahí la necesidad de prepararse anticipadamente con una serie de ceremonias rituales que involucran el consumo de tierras y minerales. Este consumo, ayuda a que los hombres aumenten su qamasa, pues necesitan de toda su valentía para participar de las peleas rituales, además de fortalecer el ánimo para evitar que este abandone el cuerpo ante cualquier sobresalto. Si bien en la mayoría de los casos la ingesta de tierra y el consumo de los siwayrus se realiza después de que la persona ha perdido el ánimo o qamasa, en el caso de Macha se lo realiza con anterioridad a las peleas rituales, como un refuerzo necesario para participar en la Fiesta de la Cruz y la pelea ritual del Tinku en Macha.

Saltos y Zapateo. Autor: Juan Carlos Lopéz

Saltos y Zapateo. Autor: Juan Carlos Lopéz


Bibliografía
Arriaga, J. Pablo (1621- 1920). La extirpación de la idolatría en el Perú. Lima, Perú: Librería San Martí.   
Browman, D., y J. Gunderson. (1993). Altiplano comestible earths: Prehistoric and historic geophagy of highland Peru and Bolivia. Geoarchaeology. 
Flores, P., Marco (2008). Memorias culturales de la Villa Imperial de Potosí. Potosí – Bolivia. Gobierno Autónomo Municipal de Potosí.
Girault, Louis (1988). Rituales en las Regiones Andinas de Bolivia y Perú. La Paz - Bolivia: Talleres gráficos de la “escuela profesional Don Bosco”.
López, J., Flores, W., y Letourneux, C. (1993). Laymi Salta. La Paz, Bolivia: PAC – Potosí & Ruralter Editores. 
Oblitas, P., Enrique (1978). Cultura Callawaya. La Paz- Bolivia: Ediciones Populares Camarlinghi.
Montes, R. Fernando (1999). La Máscara de Piedra. La Paz, Bolivia: Editorial Armonía.
Van Den Berg, Hans (1990) La tierra no da así nomás. La Paz, Bolivia: HISBOL – ISET. 
Yujra, M., Carlos (2005). Los grandes pensamientos de nuestros antepasados. La Paz – Bolivia: C&C Editores. 

** Este texto es parte de un proyecto de investigación colectivo sobre la piedra ‘jayintilla’ y la ingesta de piedras Bezoares en el Altiplano Boliviano. Activado por alfonso borragán y Malena Rodríguez y canalizado por Gumercindo Acarapi, Gabriela Behoteguy, Isaac Chara, Marco Antonio Flores, Fernando Hurtado, Sixto Icuña y Luisa Quispe en las zonas de la Provincia Avaroa, Andamarca, Cahuayo, Marka Tahua y La Paz. La investigación forma parte del proyecto artístico Goalito llevado a cabo en el Centro Cultural de España entre los años 2022 y 2023. Leer más.


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