Diversidades sexuales

¿Quién eres cuando escuchas?

Artes y Culturas

12 de diciembre de 2023

Bernardo E. Rozo López [1]

1.     ¿Para qué escuchamos?

El mundo nos interpela y conmueve a todos. Esto podría hacernos reflexionar cómo es que lo habitamos, lo transformamos y cómo es que nos dejamos transformar por él. Reflexionar, además, cómo podríamos relacionarnos con nuestro entorno a partir de la forma en que lo percibimos, preguntarnos inclusive si la única o mejor manera de percibirlo, de una manera comprometida, es a través de los sonidos.

Podríamos comenzar pensando la escucha. Y más que pensarla, quizás se trate de simplemente recordarla. Para ello, reúno y articulo experiencias vividas como músico y como yatiri (Rozo, 2019, 2021, 2022a, 2022b, 2022c, 2023), con los estudios sonoros desarrollados en el Laboratorio de Estudios Ontológicos y Multiespecie (IIAA-UMSA), y las ideas, debates y conceptos de autorxs tales como J. Nancy (2007), E. Viveiros de Castro (2004), R. Pelinski (2007), M. Chion (2012), T. Ingold (2002, 2007), y B. Brabec de Mori y V. Stoichita (2017).

Verán que mi idea se escucha implica propósitos e intenciones específicas y, por eso, puede ser un poderoso medio para prestar mejor atención a lo que nos rodea, para iniciar y sostener relaciones singulares con todo aquello que compone el mundo y así poder habitarlo mejor. Se trata de la escucha relacional (o atencional), la cual también puede ayudarnos a repensar muchas cosas, como son los timbres, los sonidos, los movimientos, los tiempos y, por supuesto, las percepciones; en un análisis que procura mostrar que ninguno de estos conceptos debe entenderse como fenómenos unitarios, escritos con mayúscula. Estas discusiones quizás nos permitan inclusive comprender de otra manera lo que sostienen los pueblos indígenas y originarios sobre los sonidos, las músicas, los cuidados rituales y sus relaciones con entidades más–que–humanas, y así descubrir que estas antiguas matrices filosóficas son mucho más que creencias, metáforas, costumbres o tradiciones culturales.

2.     Algunos consensos

En un mundo lecto-escrito, la escucha ha sido objeto de atención por mucho tiempo. Pensadores e investigadores han escrito mucho al respecto, ofreciéndonos importantes elementos para conocer una “larga historia” perceptiva (Back, 2007; Becker, 2004; Bieletto-Bueno, 2019; Bodie & Crick, 2014; Brabec de Mori & Stoichita, 2017; Chion, 1993; Erlmann, 2004, 2010; Feld, 2015a, 2015b; Filho, 2014; García, 2015; Gerard Forsey, 2010; Groffman, 2021; Gueijman, 2018; Hendy, 2013; Horowitz, 2012; Ihde, 2007; Ingold, 2002, 2007; Kane, 2014; Krukowski, 2019; Nancy, 2007; Ochoa, 2014; Pelinski, 2007; Peterson, 2021; Rice, 2010, 2015; Ruiz, 2019; Schafer, 2013; Seeger, 2015; Sterne, 2003; Stockfelt, 2004; Tan, 2012; Wong, 2015).

Esta literatura muestra algunos consensos cuando sostienen, por ejemplo, que más allá de su dimensión biológica, la escucha no es un fenómeno universal. Que no existe un concepto genérico de escucha que compartan las distintas experiencias perceptivas, como en fiestas, guerras, ritos o actividades laborales. Que la escucha es algo que ocurre en formas dinámicas, no siempre conscientes ni anticipadas. Y que no es lo mismo oír que escuchar. Además, que los oídos no son dispositivos que escuchan por nosotros, para otorgarnos una idea de un mundo exterior, es decir, que escuchar no hace referencia solamente a la existencia de un órgano singular y sus efectos que tiene en nuestra conciencia. Muchos parecen coincidir en afirmar que escuchar es un acto intencionado, no sólo instintivo, y que la escucha demanda una de las formas de atención más complejas, porque es un asunto que literalmente nos envuelve y nos atraviesa.

3.     Escucha relacional (o atencional)

Pero, en la actualidad, hay investigaciones y debates orientados a retirar la escucha y la percepción del dominio de los humanos. Gracias a investigaciones realizadas con sociedades amerindias (etnografías), hoy se reconoce que la percepción consciente y afectiva es una cualidad que compartimos con muchas otras formas de vida. De hecho, muchos estamos hoy procurando comprender mejor cómo es que animales, plantas, insectos, lugares, cosas, espíritus, almas y otras entidades más–que–humanas, perciben y escuchan, y cuán conscientes son de ello.

Con estas bases desarrollamos el concepto de escucha relacional. ¿De qué se trata? Pues, no solo tiene que ver con un asunto biológico o psicológico. Se refiere a varias cosas a la vez. La escucha relacional es un principio que permite construir y sostener vínculos afectivos con todo aquello que percibimos. Es intensificación, preocupación, curiosidad, inquietud y, sobre todo, mucha paciencia. Escuchar de esta manera es reconocer un mundo trazado de relaciones. Es prestar debida a tención a cómo se relacionan entre sí los sonidos, mostrando mucho más que sólo sonidos.

La escucha relacional puede ser una forma de servicio atencional compuesto de tareas y labores prácticas y manuales que activan nuestra percepción. Son actos de atender, de percibir, de cuidar y también de dejarse enseñar, modelando nuestros cuerpos por mutualidad. Así, escuchar deviene en compromisos específicos porque, efectivamente, es un esfuerzo de involucramiento. Por tanto, esta idea práctica de escucha no tiene nada que ver con “preocuparse” por algo o por alguien. Escuchar es más bien ocuparse, es hacerse cargo. Es una forma de hacer circular el cariño, y sostener cuidados atencionales.

Ahora bien, el sujeto que escucha es también alguien que está sujeto a la escucha, es decir, que se deja afectar por lo que percibe. Cuando escucha, todo sujeto se convierte en un lugar de resonancia, de tensión y de rebote sensorial. De ahí que, resonar es una forma de reconocer sonoramente al otro.

Así, la escucha no es la captación de información bruta para que luego pueda ser procesada en el cerebro. Escuchar, entonces, no solo depende de posiciones (punto de escucha, desde dónde), o de intereses (búsquedas y expectativas), sino también de compromisos (memoria, inclinaciones). Escuchar es resonar con un entorno que está vivo. Es una forma de activarse acústicamente, por vibración, entre organismos que comparten las cualidades de tener un cuerpo y de poder percibir. Escuchar es compartir el mundo, es afectar tanto como dejarse afectar.

Al escuchar se revelan compromisos con la materialidad de todo lo que existe a nuestro alrededor, donde incluso los seres invisibles tienen cualidades materiales que resuenan. De ahí que, este tipo de escucha es condición crítica en el reconocimiento sonoro del otro, porque toda otredad (alteridad), siempre tiene presencia sonora. Reconocemos sonoramente al otro, porque este otro –aunque a veces parezca “invisible”–, sin duda interviene efectivamente nuestras vidas.

En efecto, a parte de los seres humanos, otras formas de vida nos perciben tanto como perciben el mundo que habitan. Animales, plantas, insectos, cosas, lugares, espíritus, la lluvia, el viento, o distintas entidades son, por tanto, seres que, de maneras diferenciadas según el cuerpo que ocupen, tienen capacidad de acción consciente y ocupan posiciones enunciativas de sujeto. Es decir, pueden expresarse. Así, la comprensión de lo que ocurre a nuestro alrededor es posible si reconocemos las intencionalidades que están en juego en todo fenómeno.

Reconocer la cualidad animada de los organismos vivos demanda reconocer la capacidad que tienen de hacer, de sentir, de pensar, de recordar y de decidir. Este principio, muy común en las matrices filosóficas de los pueblos antiguos de todo el mundo, puede revelarse inicialmente en términos sonoros y esto, a su vez, demanda buscar y adquirir la perspectiva o el punto de escucha del otro. De ahí que, para percibir afectivamente todas las formas de vida que resuenan alrededor nuestro, habrá que visitarles, habrá que buscar hasta encontrarles, hablarles para poder escuchar los timbres con los que nos interpelan.

3.1       El Timbre – los timbres

Ningún parámetro sonoro (altura, duración, intensidad) puede existir sin timbre. El timbre es una firma sonora única (como un carnet de identidad o huella digital); es la resonancia misma de lo que existe y se mueve. Por eso, es un elemento distintivo que no es fácil de imitar. Quienes imitan con éxito timbre ajenos, habitan y transitan el mundo de formas singulares. El timbre es, por tanto, la base primaria de la escucha. La escucha se abre en el timbre; y el timbre resuena en la escucha.

Sin embargo, el timbre tampoco no opera solo. Opera como una composición que resulta de las correspondencias que son tejidas con el entorno. Además, el timbre es comunicación que no puede medirse, es una suerte de eco que deambula resonando con otros. Es, por tanto, un fenómeno plural. Es una apariencia, una forma compuesta que se revela sonoramente a quien la escucha, para así exponer intenciones, orientaciones e inclinaciones que cambian constantemente. No existe timbre que suene siempre igual. Y es por este motivo que nos permite acceder a otros registros sensibles, como veremos más adelante. El timbre, como lo suponían los antiguos curanderos, es la constitución anímica de las cosas.

3.2       El Sonido – los sonidos

Ningún sonido es entidad autónoma. ¿Cómo comprender esto? Hay situaciones, que no están bajo el control de ningún ser humano y no obedecen a ninguna razón lógica, en las que los sonidos operan entre sí de maneras tan articuladas que nos dejan percibir la presencia no–humana de seres que se revelan sonoramente, mostrando así sus acciones e intenciones. Por la forma en que se manifiestan, estos seres muestran capacidades sensoriales, relacionales y afectivas que componen también lo que nos define como humanos. Esto se debe a que habitamos un mundo constituido por relaciones.

En tales situaciones los sonidos sugieren una dimensión diferenciada que obedecería a sus propias reglas, y que deben su existencia a otros sonidos. Pero, no es así del todo. Al decir que hay seres sonoros, no significa que estos seres sean el origen o la fuente de los sonidos que los caracterizan. En tales casos, su condición sonora es inseparable de su existencia. Ellos/as son sonidos que se relacionan mutuamente, si son seres relacionales, sus acciones, prácticas, movimientos y desplazamientos serán la forma en los que se define una y otra vez su sonoridad, su timbre. Así, todo encuentro entre seres es evidencia sonora (sonorencia) de un multiverso en constante movimiento. Por ello, decimos que los sonidos operan con singular vitalidad.

La vitalidad de los sonidos muestra, no solo relaciones, sino también sustancia que describe cualidades del otro. En el tránsito de lo invisible a lo perceptible, los sonidos, como sustancia corporal, fluyen y trascienden entre cuerpos distintos. El sonido, entonces, es el medio donde ocurre la consustanciación entre seres diferentes. Es la forma en que percibimos no sólo encuentros, sino principalmente, interacciones. Por eso, escuchar es una forma de llenarse del otro.

Por tales motivos, puede ser muy importante dejar de estudiar sonidos como si fueran “productos” que se valen por sí mismos. Al desplazar nuestra atención a todo aquello que nos rodea, podemos descubrir un sinfín de relaciones que se sostienen entre diferentes seres, cosas y lugares. Se develan tejidos de relaciones afectivas que ponen en evidencia el hecho de que todo el tiempo estamos rodeados de sujetos intencionales y afectivos.

3.3       El Movimiento – los movimientos

En el movimiento está otra clave de escucha y de percepción. Los seres son sonoros, no por cualidades propias, sino debido a sus relaciones. Los sentimos presentes debido a sus movimientos. Los movimientos, sean torpes o sutiles, revelan lo que hacen o dejan de hacer dentro de un entorno. Los movimientos anuncian decisiones, orientaciones, vocaciones, inclinaciones.

En general, en lugar de pausar toda acción para percibir mejor (¡detente, escucha!), realmente percibimos cuando caminamos, cuando movemos cosas y utensilios, cuando cavamos hoyos para plantines, cuando limpiamos malezas y canales, cuando regamos, incluso cuando nos movemos al dormir. Estas prácticas nos colocan en directa correspondencia con hojas, cortezas, tierra, pasto, piedras, agua, viento. Gracias a ello, prestamos atención a la materialidad de nuestras acciones, también a las relaciones que cada cosa sostiene con su propio entorno. En consecuencia, los movimientos nos permiten también prestar atención a los estados afectivos que se generan y activan, que circulan y se transforman mientras duren las interacciones prácticas. Esta es una forma de resonar afectivamente con el mundo que habitamos, con la atmósfera común que compartimos con otros.

Por tanto, escuchar puede otorgarnos una forma de “registro” del entorno y de sus fenómenos, más personal y duradera que recurrir a un dispositivo electrónico y sus archivos resultantes. Se trataría de un registro en/desde los cuerpos, en el que cada cuerpo resonaría con otros cuerpos, como experiencia encarnada y relacional. Y esto ocurre por medio de actividades y movimientos corporales, del trabajo manual orientado a un propósito, como podría ser el cuidado del territorio donde emerge todo aquello que percibimos. Por eso, estar a la escucha es un compromiso con un concepto de tiempo que es también un concepto de espacio.

En tales circunstancias, es clave reconocer el movimiento que rige todo, que va pautando los desplazamientos, las tareas, las acciones prácticas y repetitivas. Y, por supuesto, movimiento es repetición. Toda práctica de atención puede repetirse y profundizarse más allá de un solo evento o circunstancia. Esto funciona así porque toda atmósfera es un tejido de planos de intencionalidad que se revelan en planos sensoriales, mostrando un sinnúmero de líneas de vida en constante movimiento, que se entrecruzan y se relevan a través de los sonidos.

3.4       El Tiempo – los tiempos

Escuchar atencionalmente es rendirse a múltiples actos de memoria. Esta forma de escucha permite reconocer, no fuentes sonoras, sino procesos que ocurren en el tiempo como registros duraderos y generosos de vidas, ciclos y actividades. No escuchamos cosas como son, sino como están siendo de acuerdo al lugar que habitan y a las relaciones que cuidan. Al escuchar de esta manera, lo que nos rodea nos cuenta historias profundas que refieren distintas formas de temporalidad que no son “cronológicas” (sucesión regular y medible de eventos).

Cuando escuchamos atencionalmente, podremos reconocer que la temporalidad en que ocurren los fenómenos no es lineal y que, antes que alcanzar algún estado puro o pleno, las cosas siempre se nos presentarán de maneras incompletas e inacabadas, de manera potencial, mostrando su capacidad de actualizarse y revelan de manera constante y nunca anticipada. Por ello, esta escucha nos recuerda que percibir es un asunto de mucha paciencia. Los tiempos de otras formas de vida, no son nuestros tiempos. No existe una sola temporalidad.

3.5       La Percepción – las percepciones

No existe percepción pasiva o contemplativa. El entorno se nos presenta como un todo, no como “canales” separados o autónomos que luego son mezcladas en nuestro cerebro. Todos los fenómenos sensoriales (visuales, sonoros, táctiles, olfativos) actúan estrechamente superpuestos. Es imposible separar sus respectivos efectos. Por tanto, percibir es un esfuerzo de abrirse al mundo, no de capturarlo.

El aire y la atmósfera son condición de posibilidad para poder percibir. Al igual que los sonidos, el aire también revela nuestra inmersión como seres sintientes. De esta manera, percibir es atender, es prestar atención, es cuidar y estar expectante; implica rendirse y dejarse llevar por corrientes irregulares de múltiples formas de vida. Cuando percibimos podemos iniciar una relación con todo aquello.

Escuchar es otra forma de decir “yo soy mientras hago lo que hago”, y es una buena manera de comenzar a percibir. Lo que escuchamos será el primer estímulo que luego se complejiza con otros estímulos sensoriales (color, luminosidad, temperatura, olor, textura, etc.). Al percibir la totalidad de estímulos, descubrimos una realidad compuesta de presencias, acciones, inclinaciones y relaciones. Cuando hacemos algo, cuando estamos comprometidos con prácticas que de una u otra forma nos vinculan con el entorno, estamos percibiendo multisensorialmente, ya que percibimos mientras hacemos.

Lo que percibimos serán existencias cuyas sustancias y superficies se encuentran e interactúan entre sí. De ahí que, en un mundo sensible, la percepción no es asunto individual; más bien, la percepción es inherente al movimiento creativo de lo que va emergiendo constantemente. Somos seres sensibles que habitamos un mundo que también es sensible. Por ello, la percepción es un fenómeno fundamentalmente reversible, no una cualidad exclusivamente humana. Nuestra percepción del entorno responde a la percepción que el entorno también tiene de nosotros. Percibir cosas es simultáneamente ser percibido por ellas.

Los seres vivos que nos rodean pueden reconocer varios los aspectos de nosotros (cómo vestimos, cómo es nuestro cuerpo orgánico, cómo son nuestros olores, nuestros temores). Todos los organizamos que respiran y tienen aliento, nos afectan en cuerpo y conciencia porque efectivamente nos tocan, porque llegan a participar de nuestra misma cualidad perceptiva. Cuando los percibimos, es esa la forma en que ellos mismos nos perciben, incluso la forma en que perciben a través de uno. Por tanto, estando dotados de sensibilidad, todo ser percibe por estar inmerso en los mismos medios que uno; este involucramiento muestra cómo todo ser perceptivo se vuelve uno con lo que percibe.

En este sentido, los seres vivos no solo emitimos sonidos. Al escuchar, nos ensonorizamos, esto es, nos convertimos en aquello que escuchamos. Por lo mismo, toda intervención sonora o musical es un acto de ensonorización. Ensonorizarse, me parece, es una forma de consustanciación de cuerpos.

Entonces, las matrices filosóficas amerindias, tanto de tierras altas como de tierras bajas, nos enseñan dos condiciones claves con relación a la escucha. Más que mostrar o representar, con la escucha podemos percibir más allá. La escucha es, en suma, un mecanismo que, en lugar de mostrar las cosas como “son”, puede revelarnos caminos para encontrarlas, y así descubrir lo que podrían ser. Por otro lado, la escucha no es un fenómeno que ocurre en primera persona, no existe la escucha individual (¡yo escucho el mundo!), sino que son actos de atención que nos constituyen de diferentes maneras. En todo acto de escucha, podríamos preguntarnos quiénes somos cuando escucho, también preguntarnos quiénes podríamos ser.


[1] Docente e investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas y Arqueológicas, de la UMSA (La Paz, Bolivia). berozo@umsa.bo

Consultas
Back, L. (2007). The art of listening (English ed). Berg.
Becker, J. O. (2004). Deep listeners music, emotion, and trancing. Indiana University Press. http://hdl.handle.net/2027/heb.05905
Bieletto-Bueno, N. (2019). Regímenes aurales a través de la escucha musical: Ideologías e instituciones en el siglo XXI. El Oído
Pensante, 7(2), Article 2. http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/oidopensante/article/view/15055
Bodie, G. D., & Crick, N. (2014). Listening, Hearing, Sensing: Three Modes of Being and the Phenomenology of Charles Sanders Peirce.
Communication Theory, 24(2), 105–123. https://doi.org/10.1111/comt.12032
Brabec de Mori, B., & Stoichita, V. (2017). Postures of listening. An ontology of sonic percepts from an anthropological perspective.
Terrain. Anthropologie & Sciences Humaines. https://doi.org/10.4000/terrain.16418
Chion, M. (1993). La Audiovisión: Introducción a un análisis conjunto de la imagen y el sonido. Paidós.
Erlmann, V. (Ed.). (2004). Hearing cultures: Essays on sound, listening, and modernity (English ed). Berg.
Erlmann, V. (2010). Reason and resonance: A history of modern aurality. Zone Books ; Distributed by MIT Press.
Feld, S. (2015a). Acoustemology. En D. Novak & M. Sakakeeny (Eds.), Keywords in sound (pp. 12–31). Duke University Press.
Feld, S. (2015b). Listening to Histories of Listening. Collaborative experiments in acoustemology with Nii otoo Annan. En G. Borio
(Ed.), Musical listening in the age of technological reproduction (pp. 91–106). Ashgate.
Filho, J. C. (2014). El cultivo retórico de la escucha. El Oído Pensante, 2(2), 1–18.https://www.academia.edu/9809322/El_cultivo_ret%C3%B3rico_de_la_escucha
García, M. (2015). Un oído obediente (y algunas desobediencias). Estudios INDIANA, 8, 197–210.
Gerard Forsey, M. (2010). Ethnography as participant listening. Ethnography, 11(4), 558–572. https://doi.org/10.1177/1466138110372587
Groffman, J. (2021). Between Soundtrack and Soundscape: Toward an Integrated Hearing of Landscape. Ecomusicology Review, 8, 1–50. https://ecomusicology.info/groffman20/
Gueijman, P. L. (2018). Hacia una ontología del escuchar. Fundamento del diálogo intercultural. Cultura-hombre-sociedad, 28(1), 207–233. https://doi.org/10.7770/0719-2789.3018.cuhso.03.a02
Hendy, D. (2013). Noise: A human history of sound and listening. Profile Books.
Horowitz, S. S. (2012). The universal sense: How hearing shapes the mind. Bloomsbury.
Ihde, D. (2007). Listening and voice: Phenomenologies of sound (2nd ed). State University of New York Press.
Ingold, T. (2002). Stop, look and listen! Vision, hearing and human movement. En The perception of the environment. Essays on livelihood, dwelling and skill (T. Ingold, pp. 243–287). Routledge. http://site.ebrary.com/id/10070510
Ingold, T. (2007). Against soundscape. En A. Carlyle (Ed.), Autumn leaves: Sound and the environment in artistic practice (pp. 10–13).
Double Entendre. https://abdn.pure.elsevier.com/en/publications/against-soundscape
Kane, B. (2014). Sound Unseen: Acousmatic Sound in Theory and Practice (1 edition). Oxford University Press.
Krukowski, D. (2019). Ways of Hearing. The MIT Press Cambridge.
Nancy, J.-L. (2007). A la escucha (H. Pons, Trad.). Amorrortu.
Ochoa, A. M. (2014). Aurality: Listening and knowledge in nineteenth-century Colombia. Duke University Press.
Pelinski, R. (2007). El oído alerta: Modos de escuchar el entorno sonoro. Centro Virtual cervantes. I Encuentro Iberoamericano sobre
Paisajes Sonoros, Madrid. https://cvc.cervantes.es/artes/paisajes_sonoros/p_sonoros01/pelinski/pelinski_01.htm
Peterson, M. (2021). Listening in the Anthropocene, An Introduction. Sensatejournal.Com, 4. https://sensatejournal.com/listening-in-the-anthropocene/
Rice, T. (2010). Learning to listen: Auscultation and the transmission of auditory knowledge. Journal of the Royal Anthropological Institute, 16(s1), S41–S61. https://doi.org/10.1111/j.1467-9655.2010.01609.x
Rice, T. (2015). Listening. En D. Novak & M. Sakakeeny (Eds.), Keywords in Sound (pp. 99–111). Duke University Press. https://doi.org/10.1215/9780822375494-010
Rozo, B. (2019). Humanos y no-humanos en los bosques de la Chiquitanía. Desde el “miedo” hacia una reflexividad radical. Textos Antropológicos, 19(1), 33–60.
Rozo, B. (2022a). Aliento y reversibilidad. Reflexiones sobre sonidos y músicas desde experiencias consustanciales con la abuelita Ayahuasca. Contrapunto. Revista de Musicología del Programa de Licenciatura en Música, 2, 160–211.
Rozo, B. (2022b). ¿Es el yatiri un chamán? Chamanismos urbanos, embrujos culturalistas y otras discusiones necesarias. En L. Tapia (Ed.), Política y cultura en perspectiva multidisciplinaria y multicultural (pp. 119–214). CIDES - UMSA.
Rozo, B. (Ed.). (2022c). Hacia Antropologías de la Vida. Desafíos y cuidados ontográficos y Multiespecie (1a). ONTOlab/multiESP – IIAA.
Rozo, B. (2023). ¿Quién canta todavía en la selva? Sonoridades relacionales en la Amazonía boliviana. Algunos cuidados para su estudio en la actualidad. En MUSEF (Ed.), Samanan Qamasap Inst’añani, sonoridades y espacios musicales (pp. 171–202). MUSEF.
Rozo, B. (2021). Chamanes, Plantas Maestras y ejercicios de poder. Devenires narrativos entre Antropología y Literatura como posible proyecto posthumanista. Conferencias Virtuales de Antropología y Literatura. Conferencias Virtuales de Antropología y Literatura, On line. https://www.facebook.com/CentroSimonIPatino/videos/661179885282272
Ruiz, A. (2019). El oído: Un sentido, múltiples escuchas. Presentación del dosier Modos de escucha. El Oído Pensante, 7(2), Article 2. http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/oidopensante/article/view/15071
Schafer, M. (2013). El paisaje sonoro y la afinación del mundo. Intermedio.
Seeger, A. (2015). El oído etnográfico. En Sudamérica y sus mundos audibles: Cosmologías y prácticas sonoras de los pueblos índigenas (pp. 28–36). Gebr. Mann Verlag.
Sterne, J. (2003). The audible past: Cultural origins of sound reproduction. Duke University Press.
Stockfelt, O. (2004). Adequate modes of listening. En S. Firth (Ed.), Popular music. Critical concepts in media and cultural studies: The rock era II II (pp. 88–93). Taylor & Francis Books Ltd.
Tan, M. C. C. (2012). Acoustic interculturalism: Listening to performance. Palgrave Macmillan.
Wong, D. (2015). Listening to the Inaudible. Anales del 60mo Congreso de la Sociedad de Etnomusicología. 60mo Congreso de la Sociedad de Etnomusicología, Austin.

AVISO
El CCELP no se hace responsable de las ideas, opiniones y juicios emitidos por los autores y autoras de los artículos recogidos en nuestro blog. Los y las colaboradoras del blog manifiestan de forma independiente su parecer con total autonomía.
Ir al contenido