
Pueblo chico (Antonio Eguino, 1974)
Artes y Culturas
26 de abril de 2023
*Fotograma de Pueblo chico. Fuente: From Bolivia.
Adriana Montenegro Oporto
Pueblo chico se filmó durante uno de los gobiernos militares más duros y largos de la historia boliviana, protagonizado por Hugo Banzer Suárez, quien tomó el poder en agosto de 1971. El golpe de Estado obligó al Grupo Ukamau a realizar la posproducción de su film El coraje del pueblo fuera de Bolivia y, de hecho, Jorge Sanjinés no consiguió regresar al país, por lo que se refugió en Ecuador para continuar haciendo cine militante, mientras que el resto del Grupo Ukamau se quedó en Bolivia, a la cabeza de Antonio Eguino, como “Productora Ukamau Ldta.”, realizando lo que algunos autores denominaron “cine posible”, es decir, un cine que, por el difícil contexto político, no respondía ya al ímpetu revolucionario que había caracterizado al Grupo Ukamau (Mesa, 1985; Banegas, 2017).
En 1974, la película se estrenó en salas nacionales con éxito, llegando a ganar el premio Kantuta de Plata, como mejor largometraje boliviano de ese año. Pueblo chico narra la historia de Arturo Medina (Juan Carlos Aguirre), el hijo de un terrateniente de San Antonio de los Yamparas, que acaba de volver de Argentina, donde había estado estudiando. Inmediatamente aterriza, se encuentra con una realidad nacional polarizada y en conflicto, pues la Reforma Agraria había reavivado los conflictos raciales de toda la vida.
En el camino a su pueblo de origen, al encontrarse con un bloqueo campesino, Lucas, su padre, comenta: “Esas son las mayorías nacionales: Mayorías de brutos y salvajes”. Este deprecio por los indígenas será una constante por parte de don Lucas a lo largo del film.
En San Antonio de los Yamparas, Arturo se reencuentra con viejos amigos, entre ellos, Arminda (Zulma Yugar), una joven de su círculo social con quien muy pronto desarrolla una relación sentimental. Y también su tío Florencio, un personaje carismático que se dedica a la fabricación de charangos, entremezcla hábilmente español y quechua, y a diferencia del padre de Arturo, se lo nota muy conectado con sus raíces indígenas. Tras regalarle a su sobrino un charango con un indio tallado en la espalda, le confiesa que ese es su bisabuelo y le recuerda que las familias del pueblo se creen de sangre azul, pero “en cualquier rato encuentras una ojota o una pollera”.
“Lo que hagas por ella o por la comunidad, lo vas a hacer por tu sangre”
Animado por su tío, Arturo se dirige hacia una de las comunidades circundantes a visitar a la Mamá Jesusa, la mujer que lo crío –que, además, es pariente suya, aunque su padre no la reconozca como tal. Ese encuentro permite a Arturo acercarse a la realidad indígena, que lo lleva luego a involucrarse de manera muy especial con la comunidad de Pastopata, donde ejerce como profesor voluntario, participa en la construcción de una escuela, de las fiestas y de los conflictos con los terratenientes y las autoridades corruptas que se aprovechan de la desinformación y la pobreza de los comunarios, a quienes Arturo termina defendiendo.
Esta cercanía le acarrea habladurías y conflictos con los vecinos del pueblo, su padre, Arminda y sus amigos; algo que, eventualmente desencadena en una conspiración urdida por su padre para quitarles las tierras a los comunarios, las cuales habían sido adquiridas a través de la Reforma Agraria. Al enterarse esto, Arturo se decepciona profundamente y, derrotado, se marcha de San Antonio, sin un rumbo determinado.
Carlos Mesa consideró en su momento que Pueblo Chico presentaba “aspectos de inmadurez en la concepción formal de la cinta, demasiado fundada en una buena fotografía, pero con muy serios problemas en la dirección de actores” (1979: 20).
En efecto, además de las interpretaciones débiles, el guion también les resta credibilidad a los actores, al estar lleno de situaciones hechas y frases cliché que en ningún momento indagan en la interioridad de los personajes.
Quisiera, sin embargo, detenerme en ciertos aspectos de la representación de las mujeres en la cinta, que parecen tener el mismo tono encajonado. Los varones son los protagonistas de toda la trama. Las mujeres aparecen en lugares comunes como las fiestas, pero rara vez tienen algún diálogo, y si lo tienen, son poco transcendentales para la trama: la empleada doméstica preguntándole a Arturo si necesita algo, la mujer que trabaja en la chichería atendiendo a los amigos de Arturo, la esposa de tío Florencio ofreciéndole café a Arturo o Mamá Jesusa –que aparece durante 40 segundos–, las dificultades que tiene esta criando sola a sus nietos.
En el comportamiento grupal se nota algo parecido. Aparecen en varias oportunidades grupos de hombres, tanto los jóvenes como los mayores, tanto indígenas como blanco-mestizos, hablando de política, discutiendo estrategias, tomando decisiones. El único momento en que un grupo de mujeres es mostrado en cámaras, están cosiendo, mientras molestan a Arminda porque han visto a su enamorado “bailando con una india”.
Arminda, la única mujer que aparece en varias escenas y que realmente tiene diálogos en la película, aparece como un personaje unidimensional, se la muestra bailando, sonriendo, corriendo, en escenas románticas con Arturo, pero habla pocas veces, y siempre para reclamarle por no prestarle suficiente atención o por convertirla en el hazmerreír del pueblo por tomar en fiestas con los indios. A pesar de pertenecer a la misma clase privilegiada que Arturo, cuando no está con él, Arminda está haciendo alguna tarea doméstica como coser o amasar pan, mientras a él se lo puede ver sentado tocando charango, o varias veces emborrachándose con sus amigos.
A lo largo de la película, salen frases sexistas por parte de todos los protagonistas. Podemos escuchar al villano Veizaga acusar de traición preguntando “¿Acaso eres mujer bonita para hablar con uno y con otro?”; a Florencio llamando “corazón de mujer” a su sobrino por estar llorando; a Tata Valente exigiéndoles a los empleados de Veizaga que hablen “como hombres”; a los amigos de Arturo acosando a la mesera de la chichería; y al mismo Arturo preguntando “¿Por qué las chicas en este pueblo no leen?”. Frases que hoy por hoy resultan chocantes, sin embargo, reflejan el sentido común preponderante en la época.
Referencias citadas
Banegas, Cecilia. 2017. “Territorios y espacios de identidad en el cine boliviano”. Revista Internacional de Comunicación y Desarrollo 2, núm. 5: 89-108. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5986404
Mesa Gisbert, Carlos (1979). “Ukamau en Bolivia, Pueblo chico y Chuquiago”. En Cine boliviano del realizador al crítico, coordinado por Carlos Mesa Gisbert, 20-22. La Paz: Editorial Gisbert. https://www.bibliotecavirtualcarlosdmesa.com/views/layout/assets/frontend/documents/documents-web/1501718-4068441-8462232-cdmesag.pdf
----. 1985. La aventura del cine boliviano. La Paz: Editorial Gisbert.
Ficha técnica
Año: 1974.
País de producción: Bolivia.
Duración: 1 hora 30 minutos.
Soporte: 35 mm.
Color: Color.
Argumento: Oscar Soria, Ricardo Rada.
Fotografía: Antonio Eguino.
Sonido: Abelardo Kuschnir.
Compaginación: Juan Carlos Macías.
Asistente de dirección: Enrique Eduardo.
Camarógrafo: Miguel Illanes.
Secretario de producción: Martín Salmón.
Asistente de cámara: Humberto Vera.
Asistente de sonido: Alfredo Careaga.
Asistente de producción: Jaime Zuazo, Bolívar Terrazas.
Electricista: Gerardo Chávez.
Asistente general: Antonio Ticona.
Música: Alberto Villalpando.
Guion y diálogos: Oscar Soria.
Dirección: Antonio Eguino.
Sinopsis
Película cuyo argumento gira alrededor de Antonio, un estudiante que, tras haber vivido en Argentina, retorna su pueblo natal, San Antonio de los Yamparas, donde su padre es un rico terrateniente cuyos intereses se han visto afectados por la Reforma Agraria. Antonio, quien manifiesta una acusada conciencia social, se ve interpelado por las condiciones de vida de los campesinos del lugar y por el racismo punzante de los vecinos del pueblo, por lo que se dedica ayudar a los campesinos, algo que lo mete en problemas de todo tipo.

Adriana Montenegro Oporto Fotograma de Pueblo chico. Fuente: From Bolivia.
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