
Primeros pasos para el desarrollo de una cultura cinematográfica en Bolivia. Aportes para una historia del cineclubismo en La Paz durante los años ‘60 y ‘70
Artes y Culturas
Mujeres y cine
27 de octubre de 2022
José Alejandro Mendoza Cortez

Luis Espinal Camps en una clase de cine. Fuente: Jesuitas. Conferencia de Provinciales en América Latina y el Caribe – CPAL.
El trayecto inicial del cine boliviano se ha encontrado marcado por el discurso histórico a través de dos épocas: la época silente, que abarca del año 1897 al año 1937, y la época sonora, que tiene sus comienzos aproximadamente en el año 1940 y que alcanza su primer momento más importante durante los años alrededor de la Revolución de 1952. Es en esta segunda época que surgen los nombres reconocidos de Jorge Sanjinés, Jorge Ruiz, Oscar Soria y Antonio Eguino. A partir de la segunda mitad de la década de 1960, se da un “nacimiento” de nuevas prácticas de producción cultural, a través de productoras audiovisuales que se creaban en el país, y de prácticas académicas-cinéfilas de visionado y circulación audiovisual, a través de talleres, cursos, revistas, crítica de cine y cineclubes, que se iban formando y gestando durante los años 1960 y 1970, creando así los pilares para una cultura cinematográfica boliviana.
En los años 60 se contaba con más de una docena de salas de exhibición activas, en las cuales predominaba la distribución del cine comercial “hollywoodense”, relegando a un segundo plano aquellas producciones europeas y latinoamericanas, con una distribución limitada, incluso casi nula. A pesar de la limitada diversidad de producciones cinematográficas, el panorama crítico cinematográfico boliviano se veía representado en las diferentes planas de periódicos de la ciudad: El Diario, Presencia, Última Hora, este último considerado como pionero en la publicación de crítica cinematográfica. Es durante estos años que comienzan a resaltar algunos nombres de críticos de cine, como Jaime Renart y el cura carmelita Eduardo Teófilo Gil de Muro Quiñones, quien firmaba sus textos con el nombre de Martín de Quiñones (Gumucio, 29.07.2017).
En 1961, Eduardo Teófilo Gil de Muro Quiñones creó el Secretariado de Moralización, instancia que se afilió a la Organización Católica Internacional de Cine (OCIC), estableciéndose así la creación de la filial en Bolivia de esta institución, bajo el nombre de Centro de Orientación Cinematográfica (COC) (Mesa, 1982). Esta institución será uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de la cultura cinematográfica en el territorio boliviano durante los siguientes años. En la década de 1960, a través de la visión y misión del COC, se empezarían a generar proyectos y estrategias para fomentar la formación en el campo audiovisual en la ciudad de La Paz, siendo un proyecto primordial la creación de un cineclub. Esta meta se ve explicitada en un artículo escrito por Eduardo Teófilo Gil de Muro Quiñones, bajo la firma de Martín Quiñones, en la revista cultural NOVA en noviembre de 1962.
La fundación de un Cine Club es una audacia. Porque el cine club pretenda nada menos que informar una manera distinta de ver el cine. Hemos dicho ver, no mirar. Se mira el cine, se divierte uno en el cine, se ausenta uno de sí mismo con el cine. Se ha buscado la evasión. Y el crimen mayor que se puede cometerse con esta criatura sensacional que es el cine, es precisamente exigir de ella como producto ordinario una dosis de escapismo a la altura de nuestra peculiar necesidad. Doblar este concepto, hacer de él una postura de exigencia, encauzar un no nacido apasionamiento por el cine como vehículo de cultura, es, en el fondo lo que se propone un Cine Club. Por eso es una asombrosa aventura (Quiñones, 11.1962).
Al final de ese artículo se asegura la creación de un cineclub, destacando que se cuenta con el apoyo de jóvenes que confían en el proyecto.

Artículo “Cine Club. Asombrosa Aventura”, de Martín de Quiñones. Revista NOVA, noviembre de 1962. Gentileza de la biblioteca de la Fundación Flavio Machicado Viscarra.
Es en este mismo año que llegó a Bolivia el sacerdote italiano salesiano Renzo Cotta, personaje fundamental para la creación y administración de cineclubes. Ya establecido en la ciudad Cotta fue nombrado delegado encargado en la dirección del Cine Teatro 16 de julio, el cual dependía del Centro Don Bosco. Cotta tenía una visión similar a la de Quiñones en cuanto a la importancia de los cineclubes, que se encuentra en el texto escrito de su autoría, El cine fórum, primer número de la colección Cuadernos de Cine, enfocada en la formación cinematográfica y publicada por la editorial Don Bosco en los años 70 (primera edición: 1972; segunda edición: 1977). En este libro, Cotta sostiene que “[…] el cine fórum sigue siendo un medio apto y más asequible para la mayoría, para lograr un mejor conocimiento del séptimo arte y dejar de ser espectadores puramente pasivos” (1977: 3).
A través del trabajo, principalmente, de los padres Renzo Cotta y Eduardo Teófilo Gil de Muro Quiñones, y con el apoyo institucional del COC, se creó el cineclub Luminaria y, simultáneamente, el cineclub Juvenil, en el año 1962. También cabe recalcar la cooperación de Federico Castillo Nava, Hugo Velasco y el Monseñor Armando Gutiérrez Granier (Mesa, 1982). A la par se debe resaltar la creación e implementación de diversos proyectos en pro del desarrollo de la cultura crítica de cine por parte de los reconocidos cineastas Oscar Soria y Jorge Sanjinés. A inicios de los sesenta, este último regresó al territorio boliviano después de una estancia en Chile, y creó en 1962, casi paralelamente a los cineclubes Luminaria y Juvenil, el Cineclub Boliviano (Wood, 2019: 22). Lastimosamente este proyecto en específico no logró alcanzar los resultados esperados, principalmente por la poca disponibilidad de sus creadores, quienes se encontraban enfocados en desarrollar su profesión como cineastas.
Durante el siguiente año, 1963, la figura de Amalia de Gallardo empezó a resaltar en el ámbito cinéfilo a través de la actividad de la crítica cinematográfica que ella realizaba en el matutino Presencia, siendo una de las pocas mujeres en este espacio, en ese momento, y hasta cierta medida en la actualidad, predominantemente masculino. Al mismo tiempo, De Gallardo llegó a ser directora del COC, después de que el padre Eduardo Teófilo Gil de Muro Quiñones retornara a España. Con ella a la cabeza, el Centro empezó a prestar con más énfasis apoyo a distintos proyectos en pro de la cultura cinematográfica, y de Gallardo formó parte activa de la organización y desarrollo de las sesiones de los cineclubs Luminaria y Juvenil.
A través de entrevistas realizadas en el marco de la investigación/acción MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020, podemos reconstruir como los cineclubes Luminaria y Juvenil funcionaban y cuáles eran las actividades de ambos proyectos, que se llevaban a cabo en las instalaciones del Cine Teatro 16 de julio, en El Prado de la ciudad de La Paz. El Cineclub Juvenil estaba dirigido específicamente a un público estudiantil y las sesiones se llevaban los sábados por la mañana. En cuanto al Cineclub Luminaria, este estaba enfocado a un público universitario y a la ciudadanía adulta, las sesiones se llevaban a cabo los jueves, variando sus horarios entre la mañana y, principalmente, la noche. El abordaje que se tenía para los debates de las películas elegidas para las diferentes sesiones seguía un esquema, como nos comenta el crítico de cine Pedro Susz en una entrevista: “Los(as) animadores(as) hacían una introducción al debate, contextualizando la obra del director, o la pertenencia del título en análisis a un cierto género, y luego se escuchaban los criterios de los asistentes y se concluía con un resumen del (de la) animador(a)” (Susz, 10 de septiembre de 2020).
En el año 1968 llega a Bolivia el padre jesuita Luis Espinal Camps, quien será una figura influyente y fundamental para la cultura cinéfila y el cine boliviano en general durante la década de 1970. Luis Espinal llegaría con un gran bagaje de conocimiento relacionado con el cine y audiovisual, que se vinculó siempre con sus acciones por la defensa de los derechos humanos de la población más vulnerable. Luego de establecerse en la ciudad de La Paz, Espinal rápidamente asumió cargos en medios de comunicación y así también cargos como docente en universidades de la ciudad, lo cual lo llevó a ser director y animador del cine club Luminaria. En este espacio resaltó la gran habilidad pedagógica que poseía, sus enseñanzas quedaron plasmadas para un gran número de asistentes y participantes de los cineclubes del Cine 16 de julio. Su idea de cómo debe construirse la mirada desde crítica y la formación hacia el cine se desarrolló en varios de los volúmenes de su autoría en la ya mencionada colección Cuadernos de Cine:
En primer lugar, la crítica no es para dar, de una vez y por todas, la interpretación verdadera de una película de cine. Ante todo, porque no existe una interpretación “verdadera”. El cine no es una ciencia exacta; y contiene una enorme gama de subjetividad y de sentido oculto, tanto para el creador de la película, como para el espectador.
Espinal, 1976.
La década de 1970 puede ser considerada como el periodo principal de desarrollo de la cultura cinematográfica en Bolivia a través de la articulación entre prácticas de difusión alternativas a la exhibición comercial de cine y espacios de mediación para la formación de públicos y para la discusión crítica sobre contenidos cinematográficos. Para ello, en este periodo fueron fundamentales acciones y esfuerzos muy concretos: el trabajo del padre Renzo Cotta en la dirección del Cine 16 de julio y la creación de una biblioteca exclusiva en material relacionado con el cine, ubicada en el centro Don Bosco; el trabajo de Amalia de Gallardo y el apoyo institucional del Centro de Orientación Cinematográfica (COC) hacia los cineclubs Luminaria y Juvenil; la creación, desde el COC, de festivales y premios al cine internacional y nacional; la contribución de Luis Espinal a la formación práctica en cinematografía y audiovisual, a través de talleres universitarios y la formación desde el ámbito crítico, a través de publicaciones y de sesiones en los cineclubes.
El panorama cinematográfico de los años 70 se reforzó con la implementación de talleres enfocados a la formación en cine. Uno de estos talleres fue realizado entre las filas de los cineclubes Luminaria y Juvenil, según nos comentó Iván Rodrigo Mendizábal, promotor de cine y en un periodo encargado de la dirección de Luminaria, en la entrevista realizada en el marco de la investigación/acción. Estos talleres se organizaban cada año, siendo cursos intensivos que se desarrollaban durante una jornada, en los que se recibían la visita de importantes cineastas, como Antonio Eguino y Oscar Soria. Se realizaban también en las instalaciones de los colegios salesianos en la zona de Calacoto, como una estrategia para lograr captar adeptos estudiantiles que se establecerían como miembros de los cineclubs (15 de septiembre de 2020). De igual forma, se establecieron talleres de cine en la Universidad Mayor de San Andrés, en dos oportunidades y con distintas direcciones, que lograron implementar una formación profesional apoyada también por la creación del canal universitario, espacio para el desarrollo de las prácticas necesarias (Aimaretti, 2019).
Casi a finales de esta época se establecería un hito histórico y cultural en el país con la creación de la Fundación Cinemateca de La Paz, que luego sería renombrada como Fundación Cinemateca Boliviana. Esta se creó el 12 de julio de 1976, a través del respaldo de Mario Mercado, Alcalde de La Paz, a nombre del Municipio; Renzo Cotta, como director del Cine 16 de julio, a nombre de la Obra Don Bosco; y Amalia de Gallardo como presidenta del Centro de Orientación Cinematográfica (COC), a nombre de la misma (Aimaretti, 2019). Esta creación es reconocida como el primer esfuerzo coherente y orientado para posibilitar la conservación y preservación del cine boliviano (Mesa et al, 1979).

Fuente: Presencia, 13 de julio de 1976.
A pesar de los periodos de inestabilidad política en los años ‘70, el crecimiento de la cultura cinematográfica boliviana era notorio, desde espacios colectivos como los cineclubes hasta las producciones cinematográficas por parte de reconocidos cineastas con alto contenido social. Los periodos de dictadura se hacían más latentes a pesar de la lucha del pueblo durante esta década, que recobraría fuerza entrando en los ochenta, momento en el que personalidades descollantes en el ámbito político y cultural fueron asesinadas, como el padre Luis Espinal (21 de marzo de 1980) y el dirigente y político Marcelo Quiroga Santa Cruz (17 de julio de 1980). A inicios de 1980, las actividades en el ámbito del cine fueron decayendo hasta cerrarse, como es el caso concreto de los talleres de cine desarrollados en la Universidad Mayor de San Andrés. Se vivió un periodo oscuro por unos años, hasta lograr recuperar la democracia en 1982. Los espacios culturales como cineclubes y talleres retomarían sus funciones, con algunas de las personas participantes en esa primera etapa, que generaron un movimiento acorde al contexto de los años ochenta, acompañando y coadyuvando a la formación de una nueva generación de realizadores audiovisuales, con una capacidad y un compromiso crítico con la realidad nacional que daría nacimiento a nuevos caminos en el desarrollo de la cultura cinematográfica en el país, en los que la participación de las mujeres sería un pilar.
Fuentes consultadas y/o referenciadas
Aimaretti, María. 2019. “Volver a los ochenta: prácticas, experiencias y agrupamientos en la ‘escena’ audiovisual paceña (Bolivia 1978-1989)”. En Cines latinoamericanos y transición democrática, compilado por Mariano Veliz, 53-88. Buenos Aires: Editorial Prometeo. http://www.ricila.com/volver-a-los-ochenta-practicas-experiencias-y-agrupamientos-en-la-escena-audiovisual-pacena-bolivia-1978-1989
Cotta, Renzo. 1977. El cine fórum. Cuadernos de cine 1. La Paz: Editorial Don Bosco. Segunda edición.
Espinal, Luis. 1976. Conciencia crítica ante el cine. Cuadernos de cine 10. La Paz: Editorial Don Bosco. Segunda edición.
Gumucio, Alfonso. 29 de julio de 2017. “El ejercicio de la crítica”. Bitácora memoriosa. http://gumucio.blogspot.com/2017/07/el-ejercicio-de-la-critica.html
Mesa Gisbert, Carlos. 1982. El cine boliviano según Luis Espinal. La Paz, Bolivia: Editorial Don Bosco. https://www.bibliotecavirtualcarlosdmesa.com/views/layout/assets/frontend/documents/documents-web/1249900-5087861-7400773-cdmesag.pdf
Mesa Gisbert, Carlos; Palacios, Beatriz; Sanjinés, Jorge; Von Vacano, Arturo. 1979. Cine boliviano del realizador al crítico. La Paz: Editorial Don Bosco. https://www.bibliotecavirtualcarlosdmesa.com/views/layout/assets/frontend/documents/documents-web/1501718-4068441-8462232-cdmesag.pdf
Quiñones, Eduardo. Noviembre de 1962. “Cine club. Asombrosa aventura”. Nova. Revista de Información y Cultura.
Wood, David. 2018. “¿Ukamau antes de Ukamau? Nuevos acercamientos críticos a la historia del cine en la Bolivia de los años sesenta”. Secuencias. Revista de historia del cine, núm. 49-50, dossier Ukamau Abigarrado (editado por María Aimaretti e Isabel Seguí): 15-31. https://revistas.uam.es/secuencias/issue/view/secuencias2019_49-50
Entrevistas
Franco, Mabel. 14 de agosto de 2020. Realizada por Lourdes Choque, Alejandro Mendoza y Mary Carmen Molina. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
Susz, Pedro. 10 de septiembre de 2020. Realizada por Mary Carmen Molina y Sergio Zapata. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
Rodrigo Mendizábal, Iván. 15 de septiembre de 2020. Realizada por Lourdes Choque, Alejandro Mendoza y Mary Carmen Molina. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
*Texto originalmente publicado el 21 de septiembre de 2020 en Imagen Docs.