
Lo más bonito y mis mejores años (Martín Boulocq, 2005)
Artes y Culturas
26 de abril de 2023
José Alejandro Mendoza Cortez

Camila (Alejandra Lanza), en una escena de Lo más bonito y mis mejores años. Fuente: Festival de Cine Radical.
Es en el periodo de cambio del formato de cine clásico a uno digital que surge un nuevo cine boliviano de parte de una nueva generación de cineastas. En este panorama, Lo más bonito y mis mejores años (2005), la ópera prima de Martín Boulocq, llega a establecer una nueva mirada en el cine boliviano que, décadas atrás, se enfocaba principalmente en la representación del “otro”. La película de Boulocq empieza a mostrar y visibilizar las experiencias de un “yo” en primer plano. Así también, muestra un cambio o una forma diferente de filmación, una perspectiva de imagen que llega a adentrarse a lo más íntimo de sus personajes, incluso a momentos llega a ser intrusiva. La cámara en movimiento es la herramienta para lograr este objetivo y es, a momentos, un personaje más de la película. Según Boulocq, para lograr explorar y, al mismo tiempo, mostrar una naturalidad y fluidez de los personajes, se determinó que las actuaciones fueran de algún modo improvisadas, con un guion base para no perder el ritmo de la película. En esto influyó también, de gran manera, el tipo de rodaje no convencional que se desarrolló: durante tres meses, con un tiempo de trabajo diario de tres a cuatro horas de filmación, en base a un cronograma no tan rígido entre los actores y el equipo de filmación. En este resalta Alba Balderrama, productora de la película.
Lo más bonito y mis mejores años comienza con la imagen de un paisaje gris, en donde se aprecia en primer plano un puente que en pocos segundos es destruido, todo esto acompañado de una canción melancólica de fondo. Se puede entender esta destrucción como el inicio de un encierro o un camino sin salida. La siguiente escena presenta el caminar sin rumbo de Berto (Juan Pablo Milán), por las calles de Cochabamba. Poco después, se nos presenta a Víctor (Roberto Guilhon) trabajando en un videoclub y su personalidad se ve a través de un diálogo con un amigo suyo sobre la compra de una cámara. Es en las escenas siguientes, cuando nos anoticiamos de las intenciones de Berto de vender el auto que le fue heredado. Podemos establecer al auto como un punto primordial en la trama, es allí donde surgen la mayoría de los diálogos entre los tres personajes principales, diálogos que abordan diversos temas: mujeres, amistad, planes a futuro, el sentido de la vida e, incluso, peleas que demuestran la fragilidad en la que se encuentran las relaciones entre los personajes. Podemos entender e interpretar la necesidad de vender el auto, y la imposibilidad de poder lograr esa meta durante el resto de la película, como aquel estancamiento que los personajes reflejan al vivir una cotidianidad que mantiene aquel desinterés y nula presencia o pertenencia al lugar donde se encuentran.
Más adelante, se da la llegada desde el extranjero de Camila (Alejandra Lanza). Este personaje afronta experiencias y emociones de un futuro incierto, que se mezclan y llegaran a chocar con las emociones de estancamiento y desinterés de Víctor, en la relación de pareja que ambos retoman. Berto experimenta también estas tensiones, por la relación de amistad que lleva con Víctor. Si bien el auto refleja esta sensación de estancamiento, también llega a servir de conexión entre los tres personajes y su transitar por la ciudad. La idea y sensación de una ausencia atraviesa toda la película y se enfatiza en los planos del paisaje de la ciudad y los personajes. Estos no logran sentirse propios a ese espacio cotidiano en el que sus vidas van deambulando hacia un futuro incierto, interno y externo.
En cuanto a la representación de los personajes femeninos, en Lo más bonito y mis mejores años, el personaje de Camila es co-protagónico. Un personaje secundario es la abuela de Camila (Alicia Saavedra), retratada como una mujer clásica y/o conservadora, rasgos que se muestran con claridad en el diálogo que tiene esta con Víctor. Sin embargo, vemos en ella también la sensación de ausencia u olvido que lxs personajes principales viven.
Camila, al igual que Víctor y Berto, transmite una sensación de no pertenencia: cuando regresa a la ciudad se encuentra ajena, a momentos intrusiva, sobre todo en la relación que lleva con Víctor. Parcialmente, el personaje de Camila cae en los patrones de una sociedad masculina clásica en donde la mujer es vista como acompañante del hombre. Sin embargo, es un personaje que crea una ruptura en las relaciones, ya sea en la propia que mantiene con Víctor, o en la amistad de este con Berto. Es un personaje que rompe con el estado estático o adormecido de los hombres protagonistas y, a la vez, encarna un impulso para generar cambios, con resultados “buenos” o “malos”. En la secuencia de la cena con Víctor, Camila le muestra el boleto de avión: él se ve interpelado a dejar la ciudad para poder tomar un camino junto a ella. Víctor, en un estado de desinterés general, rechaza la propuesta de Camila y se deteriora más la relación. Otro es el resultado que se da en la escena con Víctor en el auto: en una charla a través de la que se sugiere que él persistiría –a pesar de todo lo ocurrido en la trama– en su idea de salir de la ciudad, con rumbo a España. Este momento se enfatiza con las palabras de Camila: “Ya vamos a pasar la tranca y aquí se dividen los caminos. Tenemos que decidir a dónde estamos yendo. Rápido, rápido, rápido.”
A través de las últimas escenas de la película podemos llegar a la conclusión de que cada uno de los personajes decide elegir un camino, pero que este no representará la solución a sus problemas o sensaciones de desinterés, ausencia o sentido de pérdida. Sin embargo, sí se percibe un comienzo para poder moverse de un estancamiento o un “sin futuro”. Todo esto se ve acompañado de música nostálgica, hasta llegar a la imagen con la que comienza la película: aquel puente destruido, pero que es atravesado por algunos para seguir un camino. Uno de ellos es Berto.
Fuentes consultadas
Barrientos Salinas, Alejandro y Mariela Silva Arratia. 2018. “Lo más bonito y mis mejores años: la mirada oligóptica de un cine emergente y el espíritu de una época”. Revista Ciencia y Cultura 22, núm. 41 (diciembre): 9-28.
Molina Ergueta, Mary Carmen. 2014. “Lo más bonito y sus mejores años. Cine boliviano de los últimos 50 años (1964-2014)”. Revista Ciencia y Cultura 18, núm. 32 (junio): 153-182.
Ficha técnica
Año: 2005.
País de producción: Bolivia.
Duración: 96 minutos.
Soporte: Digital.
Color: Color.
Dirección y fotografía: Martín Boulocq.
Argumento y narración: Martín Boulocq.
Producción: Coproducción Bolivia-Estados Unidos; Arrival Cinema Producer, Pretty Dangerous Films.
Productores: Ara Katz, Sam Englebartd, Kevin Ragsdale, Alba Balderrama.
Producción ejecutiva: Ryan Jhonson, Rodrigo Bellot.
Coproducción ejecutiva: Eli Becker, Chris Hanley.
Diseño de producción: Alba Balderrama.
Edición: Guillermina Zabala.
Sonido: Jónatan Fernández, Francisco Aguilar.
Música: Diego Boulocq, Rich Ragsdale.
Concepto y Diseño de Vestuario: Daniel Ortiz.
Reparto: Juan Pablo Milán, Roberto Guilhon, Alejandra Lanza, Alicia Saavedra, Daniel Ortiz, Rodrigo Lizárraga, Patricia Prada Botelho.
Sinopsis
Berto es un joven tímido que pretende vender el automóvil que su abuelo le dejó como herencia, con la finalidad de salir del país. Junto con su amigo Víctor, quien aparenta ser todo lo contrario a él, extrovertido y con más experiencia, recorre la ciudad intentando ganar dinero con la reliquia familiar. La tranquilidad se rompe cuando se une a ellos Camila, novia de Víctor, quien lejos de ayudar con el cometido, causa problemas entre los protagonistas y hará ver a la pareja de enamorados lo frágil que es su relación.
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