
Chuquiago (Antonio Eguino, 1977)
Artes y Culturas
26 de abril de 2023
*Fotografía de rodaje de Chuquiago (1977), incluida en el volumen editado del guion del film, de Oscar Soria (Editorial Don Bosco). El director Antonio Eguino, junto a Paolo Agazzi, asistente de dirección, conversan con Alejandra Quispe, Mamá Candicha en la historia de Isico. Biblioteca Luis Espinal, Cinemateca Boliviana.
Adriana Montenegro Oporto
En medio de la dictadura de Banzer, la Productora Ukamau Ldta., producto de la escisión que se produjo en el Grupo Ukamau a raíz del exilio de Jorge Sanjinés, continuó realizando filmes a pesar de la censura dictatorial. De este periodo, Chuquiago es la producción más icónica. Bajo la dirección de Antonio Eguino, la película se estrenó en 1977 y “la respuesta del público superó largamente las expectativas más optimistas, sólo en La Paz se han superado los 200.000 espectadores que, para el total de población de la ciudad (750.000 habitantes), es un verdadero record” (Mesa, 1979: 21).
Pese a su éxito comercial, Chuquiago fue duramente evaluada por la crítica en su momento, pues, seguramente acostumbrados a un cine abiertamente militante y combativo –como el que ofreció el Grupo Ukamau hasta 1971– vieron en este filme una excesiva tibieza. Francisco Aramayo califica al film de neo-populista y de “tragedia sin esperanza” (1979: 35), cuya representación de la realidad es incompleta, insuficiente y despersonalizante; mientras que Arturo Von Vacano, si bien elogia que Eguino se haya animado a seguir haciendo cine frente a unas condiciones políticas tan adversas para los artistas, encuentra en Chuquiago el reflejo de una generación triste: “me parece que Antonio ha hecho otra película, pero se las ha arreglado para callarse a pesar de haber hecho otra película” (1979: 84), sentenciaba.
Chuquiago narra cuatro historias que ocurren al mismo tiempo, pero en lugares geográficos y sociales muy distintos, a través de los cuales, es cierto, el director no plantea una posición política explícita, pero no por eso es irreflexivo. Pone en cuestión temas como el racismo y el abuso al que se ven sometidos los migrantes rurales a su llegada a las urbes; la burocratización y corrupción en el aparato estatal y la brutalidad policial, entre otras cosas. Por otra parte, al contrario de la película anterior de la productora (Pueblo chico, 1974), en Chuquiago sí pueden verse personajes femeninos fuertes y con gran presencia escénica.
En la historia de Isico, se ve una diferencia importante entre la mujer indígena del campo y la chola citadina. La madre de Isico es muy pasiva, casi no habla; mientras que la mujer que se hace cargo de él en la ciudad es de carácter fuerte, actitud diligente y trato fluido con la gente. Ella asume el trabajo de “civilizar” al niño, a partir de preconcepciones negativas sobre su condición de campesino; pero, al mismo tiempo, asumiendo la tarea de hacerlo “un buen hombre”, con una actitud casi maternal. Cuando Isico huye, se encuentra con otra mujer en el mercado (un espacio dominado por las mujeres, donde los únicos varones que aparecen son niños), quien asume el mismo papel compasivo y maternal, le enseña a trabajar como cargador y lo toma bajo su cuidado.
La historia de Johnny, un joven de origen aymara que, renegando de su condición, hace todo lo posible por “blanquearse” y llega incluso a cometer delitos en su afán por juntar dinero para irse a los Estados Unidos, se plantea como una crítica a la alienación, pero es en el personaje de su madre donde se asoman los detalles más esclarecedores para hacer un análisis con enfoque de género. La madre de Johnny es, desde su primera aparición, el arquetipo de la madre abnegada. Ya sea cuando se la ve defendiendo a su hijo en la pelea entre él y su marido; haciendo tareas domésticas mientras afuera su marido y sus invitados de la fraternidad festejan; o rogando y humillándose ante el comisario para que libere a su hijo, después de que éste participa en un robo y tratando de eximirlo de responsabilidad culpando a los “malos amigos” por su conducta.
Carlos (Carloncho) es un personaje que condensa los peores aspectos del constructo social masculino. Podemos verlo desde el inicio exigiéndole a su esposa que se apresure en servirle el desayuno y a su hija que termine de planchar su pantalón, quejándose –“A veces tengo que gritar para hacerme obedecer” –, al mismo tiempo que ignora los reclamos de su esposa porque se gasta el dinero –que escasea para cubrir las necesidades de la familia– en sus salidas de viernes de soltero. Él responde de manera burlona: “No te enojes, te salen manchas”. En el trabajo, no escatima en insinuaciones a sus colegas mujeres, que pasan como broma. Ya entrado en copas, con sus amigos se sumerge en conversaciones en las que las mujeres son objeto de burla y de deseo. “Su mujer no le deja salir”, “No tienes ni chola que mantener” son solamente algunas de las frases que dejan entrever un personaje misógino que termina, irónicamente, encontrando la muerte en un prostíbulo.
La historia de Patricia es quizá la mejor elaborada en términos de guion (que tiene una colaboración especial de Walter Montenegro) y producción (con personal específico para escenografía, vestuario y maquillaje). Narra el conflicto de una joven de clase acomodada que, a partir de su ingreso a la carrera de Sociología, se convierte en convencida militante de izquierda. Patricia se muestra apasionada por los conflictos políticos y económicos, en sus diálogos aparecen incendiarios discursos de corte revolucionario, la denuncia de la represión militar y toma de universidades (algo muy arriesgado, si se toma en cuenta el contexto del ‘77), entre otras cosas. Estas posiciones la llevan a enfrentarse a su familia, pues rehúsa adaptarse a sus obligaciones sociales como hija mayor del dueño de una empresa importante. Ella es, además, muy crítica con su padre y su afán por la cultura burguesa.
Una escena que es central para entender el entusiasmo de Patricia por el mundo que se ha abierto frente a sus ojos, es la de su discusión con su pretendiente, tras el comentario suyo de que a veces dice cosas inteligentes, pero hace cosas tontas, como ir a la universidad, a lo que ella responde:
Yo, hasta hace un año, lo único que sabía era qué tipo de sombra había que ponerse en los ojos cada hora del día. Me levantaba a las 11, 12 de la mañana y tenía que escuchar hablar estupideces en tés de amigas. Ahora no, Toto. La universidad me ha enseñado muchas cosas. Ahora tengo amigos que piensan, que tienen ideales y se preocupan. No pierdo el tiempo, como seguramente te gustaría. Quiero estudiar.
Estos ideales, sin embargo, sucumben ante el miedo y la persecución de la dirigencia estudiantil. Con su compañero de la universidad desaparecido, Patricia se rinde: opta por aceptar el matrimonio arreglado con Toto y marcharse del país. Tal como observa Aramayo (1979), de la revuelta generacional se avanza rápidamente hacia la vuelta a la familia, la cual se ofrece como refugio frente a la derrota, pero a costa de absorberla en su orden atávico. Este final tan desesperanzador para un personaje tan poderoso, parece, sin embargo, dar cuenta de la desazón en la que se hallaba sumida la sociedad boliviana tras años de dictadura, no por nada Von Vacano tituló, en 1979, su reseña sobre la película como “Chuquiago y la generación triste”.
Referencias citadas
Aramayo, Francisco (1979). “De Ukamau a Chuquiago”. En Cine boliviano del realizador al crítico, coordinado por Carlos Mesa Gisbert, 30-35. La Paz: Editorial Gisbert. https://www.bibliotecavirtualcarlosdmesa.com/views/layout/assets/frontend/documents/documents-web/1501718-4068441-8462232-cdmesag.pdf
Mesa Gisbert, Carlos (1979). “Ukamau en Bolivia, Pueblo chico y Chuquiago”. En Cine boliviano del realizador al crítico, coordinado por Carlos Mesa Gisbert, 20-22. La Paz: Editorial Gisbert. https://www.bibliotecavirtualcarlosdmesa.com/views/layout/assets/frontend/documents/documents-web/1501718-4068441-8462232-cdmesag.pdf
Von Vacano, Arturo (1979). “Chuquiago y la generación triste”. En Cine boliviano del realizador al crítico, coordinado por Carlos Mesa Gisbert, 84-89. La Paz: Editorial Gisbert. https://www.bibliotecavirtualcarlosdmesa.com/views/layout/assets/frontend/documents/documents-web/1501718-4068441-8462232-cdmesag.pdf
Ficha técnica
Año: 1977.
País de producción: Bolivia.
Duración: 1 hora 26 minutos.
Soporte: 35 mm.
Color: Color.
Fotografía: Antonio Eguino, Julio Lencina
Argumento: Oscar Soria, Antonio Eguino (colaboración de Walter Montenegro en la historia de Patricia).
Compaginación: Antonio Eguino.
Corte fino: Sazanne Fenn.
Corte sonido: Deborah Sheffer.
Asistente: Paolo Agazzi.
Música: Alberto Villalpando.
Guion y diálogos: Oscar Soria.
Dirección: Antonio Eguino.
Jefe de producción: Carlos Sforzini.
Secretario de producción: Ismael Saavedra.
Cámara: Julio Lencina.
Sonido: Abelardo Kuschnir.
Asistente de dirección: Paolo Agazzi.
Continuidad: Luis Espinal.
Fotografía fija: Danielle Caillet.
Cámara (Isico): Juan Miranda.
Sonido (Isico): Gaspar Vera.
Asistente de sonido (Isico): José Eguino.
Asesor aymara (Isico): Víctor Cárdenas, Pedro Cárdenas.
Escenografía (Patricia): Roberto Cozzi.
Vestuario (Patricia): Beatriz Mendieta.
Maquillaje (Patricia): Mery Herbas.
Asistente general: Guillermo Aguirre.
Asistente de cámara: Freddy Delgado.
Ayudantes de producción: José Bozo, Gustavo Viscarra.
Electricista: Gabriel Baez.
Asistente de electricista: Hugo Pozo.
Secretaria: Gladys Flores.
Producción: Productora Ukamau Ldta.
Sinopsis
Chuquiago relata cuatro historias acaecidas en la ciudad de La Paz de manera simultánea, pero en espacios sociales distintos: La de Isico, un niño campesino al que sus papás acaban de dejar en la ciudad al cuidado de una mujer comerciante que le dará techo y alimento a cambio de su trabajo como ayudante. Johnny, un joven de origen aymara que reniega de sus raíces e intenta por todos los medios (incluso ilegales) conseguir dinero para poder irse a los Estado Unidos. Carloncho, un funcionario público con una familia numerosa a la que mantener y que, a pesar de eso, lleva una doble vida en sus “viernes de soltero”. Por último, Patricia, una joven estudiante de sociología, proveniente de una familia acomodada cuyas exigencias ella se niega a acatar debido a sus ideales revolucionarios, que la hacen ser muy crítica frente a su propio círculo social.

Fotografías de Chuquiago (1977), incluidas en el volumen editado del guion del film, de Oscar Soria (Editorial Don Bosco). Arriba: escena en la historia de Patricia. En primer plano, la esposa del empresario Ernesto Cáceres (Wilma Arce). En segundo plano, Ernesto Cáceres (Mario Castro) y su hija Patricia (Tatiana Aponte). Abajo: Primer plano de Patricia. Biblioteca Luis Espinal, Cinemateca Boliviana.
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