Amalia Dávila de Gallardo: su labor y legado para la cultura cineclubista y cinéfila en Bolivia
Artes y Culturas
Mujeres y cine
26 de abril de 2023
Lourdes Carol Choque Condori
Amalia Dávila de Gallardo, más conocida como Amalia de Gallardo, nació en Colquechaca-Potosí en 1923 y murió en Buenos Aires, Argentina, el 25 de noviembre de 1988. Dávila de Gallardo estudió ciencias de la comunicación y realizó sus estudios en la especialidad de cine en la Universidad de Mar de Plata. Ella es una de las figuras femeninas más destacadas en la cultura cinematográfica, el cineclubismo y la formación educativa, la gestión y el fomento cultural en la segunda mitad del siglo XX Bolivia. Su labor marcó la escena cultural boliviana y es destacada a través de libros y la historia oficial, pero sobre todo a través de las voces y las memorias de quienes formaron y forman parte de esta escena.
Constantemente se lee que Amalia Dávila de Gallardo fue una mujer fundamental en el ámbito del cine y de la historia de Bolivia. Ella fungió distintos roles para la difusión y reflexión sobre el cine: fue gestora, crítica de cine, impulsora de proyectos y actividades dentro de diferentes círculos culturales. Fue profesora de varios cursillos sobre cine en la Universidad Católica Boliviana, en colegios y en centros culturales. Es autora y co-autora de libros y artículos de educación cinematográfica.
Junto al padre salesiano Renzo Cotta y, más tarde, con la llegada del cura jesuita Luis Espinal, De Gallardo trabajó en la organización y las operaciones de dos importantes cineclubes en La Paz: el cineclub Juvenil y el cineclub Luminaria. Ambos fueron creados por el cura carmelita Eduardo Teófilo Gil de Muro Quiñones en 1962 y, desde ese momento, impulsados activamente por Cotta y, más tarde, por De Gallardo. Hacia 1963, ella asumió la dirección del Centro de Orientación Cinematográfica (COC), filial de la Organización Católica Internacional de Cine (OCIC), creado en primera instancia por el padre Gil de Muro Quiñones como el Secretariado de Moralización. El COC trabajó hasta la década de 1980 y su periodo de mayor contribución fue la década de 1970. De Gallardo dirigió este centro hasta 1984 (Gallardo, S/D).
Junto a Espinal y Cotta, Dávila de Gallardo siempre buscó estrategias para trabajar en la educación cinematográfica para jóvenes.
Con la editorial Don Bosco, fue una de las editoras y co-autoras de la colección Cuadernos de cine, publicada entre 1976 y 1976. El número 11 de esta colección (Cine y censura, 1976), que recoge intervenciones a modo de debate sobre la censura de espectáculos cinematográficos, contiene varios artículos firmados por Amalia de Gallardo, como “Censura y espectador”. Antes, en 1970, la autora publicó Iniciación cinematográfica, un libro que recoge la historia de las imágenes en movimiento y se plantea como herramienta didáctica educativa: fue determinado como libro de texto oficial para la enseñanza en nivel secundario. Su labor en la crítica comienza hacia mediados de 1960 y se desarrolla hasta fines de los ochenta, en periódicos como El Diario y Presencia. También creó la revista Cine/Rama (1966 o 1969) (Contreras y Blanco, 1997: 437; Gumucio, 1982: 306, 309, 314; 29.07.2017. Mesa Gisbert, 1985; 2018: 248, 249, 252).
Una de las actividades más importantes del COC, impulsada por Amalia de Gallardo y Cotta, fue la creación en 1974 del Festival y Premio Llama de Plata, para premiar a la mejor película extranjera exhibida en Bolivia. También en 1974 comenzó el Festival Cóndor de Plata para realizaciones amateur o en otros formatos diferentes a 35 mm. Este festival se extendió hasta 1990. En los setenta, Cotta y De Gallardo también organizaron y promovieron el premio Kantuta de Plata, para el mejor largometraje boliviano del año, y el Premio Renzo Cotta, a la mejor producción de cine infantil (Mesa Gisbert, 2018).
En 1988, como homenaje a la labor de Amalia Dávila de Gallardo en la gestión cultural y en la creación de certámenes y festivales de cine, la alcaldía de La Paz creó el Concurso de Video Amalia de Gallardo, el más importante en Bolivia por su regularidad y alcance real para el fomento del audiovisual en Bolivia, aún existente y organizado por la Secretaría de Culturas del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz (Blanco Mamani, 30.01.2012).
En 1975, Amalia de Gallardo fue directora del Departamento de espectáculos de la alcaldía de La Paz. Desde esta instancia, fue una de las gestoras clave para la creación de la Cinemateca Boliviana en 1976 (Aimaretti, 2019). Este aporte se encuentra señalado en la memoria histórica del cine y la cultura en Bolivia. A partir de todos los datos señalados hasta este punto, podemos preguntarnos más acerca de este personaje y su contexto.
En un medio masculino, ¿cómo construyó su espacio entre sus colegas críticos, entre cineastas y artistas bolivianos? ¿Cómo la veían lxs jóvenes de las generaciones que construyeron su mirada crítica también a través de los espacios de formación y mediación impulsados por Espinal, Cotta y Gallardo?
Cineclubismo, formación y cinefilia
Uno de los mayores aportes de Amalia de Gallardo y de una serie de personalidades en la primera mitad de la década de 1960 es la creación y la consolidación de los cineclubes Juvenil y Luminaria, creados desde el COC y la OCIC. Ambos eran espacios de articulación muy conocidos en la época, que contaban con una importante afluencia y asistencia. El objetivo del funcionamiento de estos espacios sigue la misión de la OCIC de crear centros de enseñanza y crítica dentro de los valores cristianos.
Los cineclubes Juvenil y Luminaria se organizaban en el Cine 16 de Julio, administrado por padres salesianos, entre ellos Renzo Cotta. Luego, las sesiones se llevarían a cabo en otros espacios. Según los datos recogidos en entrevistas realizadas por la investigación-acción a Iván Rodrigo Mendizábal, Lupe Cajías, Mabel Franco, Liliana de la Quintana, Pedro Susz y Leni Ballón, en días señalados o anunciados previamente, el cineclub Luminaria realizaba sus sesiones de discusión luego de la exhibición de una película, en la platea del mencionado cine. Pasaron y se encontraron en los pasillos y las butacas figuras importantes del medio cultural boliviano: Marcelo Quiroga Santa Cruz, Liliana de la Quintana, Lupe Cajías, Iván Rodrigo Mendizabal, Gonzalo Párraga, Mabel Franco, Alicia Muñoz, José Alcócer, Egbert Bohorquéz, Lenni Ballón, Gloria Ardaya, entre otrxs. Muchas de las personas mencionadas, asiduos u ocasionales participantes de las sesiones de cineclub, recuerdan la labor de Amalia de Gallardo como gestora y animadora de este espacio, además de articuladora principal de una red entusiastas e interesados en el cine, a través de cursillos o actividades con el COC o los padres salesianos de Don Bosco.
¿Qué se aprendía en el cineclub? En palabras de varios ex miembros: aprendías a ser crítico, te formaban para ser un espectador de calidad y así pensar a partir del cine, no solo para el cine sino para la vida diaria.
Los impulsores religiosos (Gil de Muro Quiñones, Cotta, Espinal) y Amalia de Gallardo incentivaban a los jóvenes a aprender acerca del impacto de las imágenes en movimiento en la sociedad y su poder como medio y arte. Por esta razón es que se escribieron y publicaron los Cuadernos de cine, una colección editada por la Obra Don Bosco, para que los jóvenes de esa y posteriores generaciones formaran una mirada crítica y con herramientas teóricas.
Algunos participantes de las sesiones del cineclub Luminaria lo recuerdan como un espacio ideal en la oferta cultural de las décadas de 1960-1980, para conocer más sobre cine, donde se aprendía a ver, a criticar, a repensar, a dialogar y a ser espectadores de cine activos. Algunos participantes recuerdan las mañanas de sábado y alguna que otra noche de jueves, a veces un sábado, en las salas del Cine 16 de Julio, con el padre Luis Espinal, el padre Renzo Cotta y Amalia de Gallardo animando las sesiones. Hubo también otros animadores, sin embargo, ellos fueron los pilares centrales de estos proyectos de educación cinematográfica.
Otro de los aportes fundamentales de Amalia de Gallardo al cine y la cultura en Bolivia es su trabajo para la creación de la Cinemateca Boliviana, en 1976.
La gestación de esta institución se dio por las gestiones de varios actores, entre ellos Dávila de Gallardo, quien fungía como directora del Departamento de Espectáculos de la alcaldía municipal de La Paz. La gestora fue convocada junto a otras personalidades del medio para la creación de la Cinemateca, siguiendo el proyecto de Carlos Mesa y Pedro Susz. Una fotografía nos muestra el momento de la firma del documento que instaura la Cinemateca Boliviana: en ella aparecen el alcalde Mario Mercado, el padre Renzo Cotta y Amalia de Gallardo. La imagen muestra la presencia singular de una mujer con poder en un medio masculino, cosa rara para la época, y que muestra el trayecto importante y muchas veces invisibilizado de las mujeres en la gestión cultural. Mirando este espacio de trabajo, se pueden recuperar las voces y los aportes de otras mujeres. Por ejemplo, en el caso de la Cinemateca Boliviana, la labor de la Norma Merlo –destacada actriz y directora de teatro y recordada actriz de cine y video– quien, durante varios años, realizó múltiples tareas de gestora en esta institución y figuró, en la fundación de la institución, como secretaria (Mesa Gisbert, 12.07.2013).
Cine y censura: una polémica en los setenta
La participación de la iglesia como organizadora de las actividades del cineclub, así como las visiones de los animadores era, sin duda, el paraguas bajo el cual se articulaba el tono y el objetivo de las sesiones. Hubo anécdotas entre los organizadores y algunos jóvenes participantes que querían trazar otros horizontes dentro del cineclub. Hubo diferencias y aciertos en este círculo y algunas discrepancias llegaron a trascender las paredes del cineclub para ser discutidas públicamente desde notas del periódico Presencia en 1976. Es el caso de algunos de los textos que componen Cine y censura, el volumen 11 de la colección Cuadernos de cine, que pone sobre la mesa un cúmulo de reflexiones sobre cine y censura recogidas de notas publicadas en el periódico católico. ¿Existía la censura? ¿Cómo y quién decidía que se veía en las salas de cine de Bolivia? ¿El cine debía ser regulado? Actualmente, es probable que estas preguntas puedan sonar absurdas; sin embargo, constituían un tema delicado y muy cuestionado en los años de sesenta y setenta, y Amalia de Gallardo era la voz oficial que respondía a estas preguntas.
Dávila de Gallardo manejaba con claridad un esquema para escribir crítica sobre el cine que veía. Desde distintos medios, como Presencia y El Diario, sus críticas y reseñas eran muy leídas y, por la posición de la autora al frente del COC, tenían el objetivo de hacer recomendaciones al público desde la visión católica del Centro.
Antes de ver una película, cuentan algunos ex miembros del cineclub Luminaria, se remitían a leer las críticas del P. Espinal, Julio de la Vega o Amalia de Gallardo. Cuentan que cuando el texto de Espinal señalaba “5 estrellas” o los textos de Amalia de Gallardo señalaban “apreciación artística: recomendable, y apreciación moral: muy buena”, era indicio para ver la película, casi una obligación cinéfila. Los espectadores sabían a qué mirada y voz crítica remitirse para escoger ver una película. Ya se forjaba una educación en el arte de ver las películas y eso era un logro del que los organizadores del cineclub Luminaria también eran responsables durante décadas.
Para bien y para mal, el trabajo de Amalia de Gallardo la hacía responsable y voz oficial del Centro de Orientación Cinematográfica (COC) para poder permitir o no permitir ciertas películas.
Ella tenía el trabajo de guiar a sus lectores. La crítica general de Amalia se basaba en fundamentos importantes del cine según sus criterios. Su columna de crítica cinematográfica se llamaba Estrenos de la semana y sus subtítulos finales se acogían a criterios de recomendación del COC: “Apreciación moral” “Apreciación artística”. A estas herramientas se suman las hojas de calificación moral que realizaba el COC y que eran mimeografiadas y leídas en radio Fides por Alicia de Muñoz.
Estas herramientas de la visión y la escritura crítica de Amalia de Gallardo, así como el sentido de censura, moral y apreciación, abrieron el debate. Estos criterios no eran solo utilizados, sino encarnados por Amalia de Gallardo, una dama católica que se regía por los valores de la iglesia católica. Lo curioso y grandioso en su labor, sin embargo, fue que esta llegó a problematizar en cuanto a películas concretas y a recomendar películas al espectador para fortalecer su ser crítico. La autora realizaba todas estas acciones con pinzas y tacto, porque debía rendir cuentas a la institución para la cual trabajaba: la Organización Católica Internacional de Cine (OCIC) –cuya filial en Bolivia fue el Centro de Orientación Cinematográfica–, una de las varias instituciones católicas que fueron pioneras en cuanto a la educación cinematográfica y que, para bien o para mal, fue una de las pocas instancias desde las que se organizaron cineclubes y otros espacios de apoyo en formación de públicos y de realizadores, en un contexto en el que no existían escuelas de cine.
Remitiéndonos a la polémica sobre cine y censura, suscitada en las páginas del diario Presencia, es importante tener en cuenta que Amalia de Gallardo quiso responder a las acusaciones de censura y supuesta represión que se articulaba alrededor del cine. Y lo hizo. En el volumen 11 de Cuadernos de cine, la crítica y gestora explica las razones del porqué de las labores del Departamento de Espectáculos que dirigía en la alcaldía, en base a los parámetros del COC. Antes, en Iniciación cinematográfica, la autora ya había dado su punto de vista.
Una película que presente el mal moral, es decir, que presente el mal como mal y el pecado como una cosa reprobable ¿pueden verla todos?
Para sugerir quienes deberían ver o no una película se han establecido los organismos de CENSURA Y ORIENTACIÓN que tienen la misión de aconsejar a los espectadores sobre la moralidad de un film.
La labor de estos organismos no testa la propia responsabilidad: una película aceptada para adolescentes puede ser dañina para una persona adulta y quizá un joven por sus condiciones de mayor cultura o preparación cinematográfica reciba menos influencia negativa de un film calificado solo para mayores de 21 años.
El ideal sería que no hubiera censura. Pero el abuso de libertad (libertinaje) no lo hace posible. Todo depende en último término de la conciencia personal de cada uno y de la formación de los espectadores. La libertad es un don divino y un derecho de toda persona. Censura y Orientación, trabajan con un plan muy general. Dictan normas para un “publico normal”, cada espectador, según su sensibilidad y carácter debe dictarse sus propias normas (De Gallardo, 1972: 125).
Siguiendo los testimonios de lxs participantes del cineclub, se comprendía el proceder de Amalia de Gallardo y del Centro de Orientación Cinematográfica. Como mencionábamos, las discusiones sobre cine y censura avanzaron al grado de publicarse el mencionado volumen Cine y Censura en la colección Cuadernos de cine, publicada por una editorial católica (Don Bosco). En un acto de dar voz a todos los implicados se expuso los puntos de vista de Amalia de Gallardo, del Departamento de Espectáculos de la Alcaldía municipal; del periódico Presencia; del crítico Carlos Mesa; de Marcos Caballero, Dora de Inofuentes y Miguel Gisbert, del cineclub Luminaria (representantes en carta abierta); y de Renzo Cotta, entre otrxs. Algunos argumentan en pro, otros en contra de ciertas directrices, presentando el debate a lxs lectores de los Cuadernos. Sin duda, esta fue una muestra de imparcialidad objetiva necesaria a la hora de prestar voz a las conformidades e inconformidades de lxs espectadores. El hecho de reconocer que existen choques generacionales, artísticos y de carácter espiritual-religioso, así como entre la sociedad y las instituciones, fue un gran paso para entender que la crítica de cine, debía ser tomada en cuenta y analizada por gestorxs y espectadorxs desde todos los puntos de vista posibles.
Amalia de Gallardo aparecía como la figura que direccionaba estos estándares de aceptación, y, sin embargo, era una gran amante y crítica de cine. Su formación en cine, articulada a su postura y valores religiosos, la llevaron a dar herramientas a jóvenes y niños –a aquellos que tenían acceso al cine– para analizar lo que veían en las pantallas.
Para bien o mal, las razones que tuvo Amalia de Gallardo y el COC impulsaron a chicos y a grandes a preguntarse: ¿Qué importancia tiene el cine en Bolivia y en el mundo? Varios empezaron a escribir y manifestarse frente a esta pregunta y frente a la problemática acerca de estándares y permisos para la exhibición de películas.
Otras anécdotas fueron emergiendo del famoso cineclub co-organizado por Amalia y por otras personalidades mencionadas. La creación y funcionamiento de la biblioteca de cine, creada por Renzo Cotta, que probablemente se perdió entre los estantes de las oficinas del Cine 16 de Julio y los archivos de la Cinemateca, es una pista para seguir el trabajo y la trayectoria de miembros y fundadorxs del proyecto. Otras anécdotas aparecen en los testimonios de algunos participantes del cineclub Luminaria, que implican las relaciones de amistad que se forjaron en este espacio. También otros rememoran momentos menos favorables, como ser el hostigamiento de los paramilitares en épocas de dictadura, que entraban sin previo aviso a la sala de proyección a ver “qué tanto hacían”, queriendo saber y averiguar el porqué del ímpetu por seguir viendo películas. Ver películas era toda una aventura y una osadía para la generación guiada por Espinal, Cotta y Amalia de Gallardo.
Voces y memorias sobre Amalia de Gallardo y el movimiento cineclubista en La Paz (1960-1980)
Para finalizar este artículo, recuperamos las palabras de algunxs participantes del cineclub Luminaria que compartieron con Amalia de Gallardo y que rememoran su trabajo y presencia.
Liliana de la Quintana. Realizadora audiovisual. Co-fundadora de Nicobis.
“El cineclub Luminaria fue uno de mis inicios más hermosos para ver cine. Las sesiones eran los sábados en la mañana en el cine 16 de julio, y se llenaba absolutamente todo. Se exhibían películas clásicas y con temas bien fuertes. Ahí vi Hermano sol, hermana luna, por ejemplo. Yo no me acuerdo el director, pero me acuerdo ver lo que pasaba con la vida de un supuesto santo y cuál era la relación con la gente, y qué implicaba la renuncia de uno mismo. Vi Hair, que era todo el inicio del hippismo, de la droga, de la violencia. En el cineclub se hablaba entre los jóvenes y estaba Espinal por supuesto, junto a Renzo Cotta, que dirigía y armaba estos cineclubes. Parte de tu formación como realizadora es ver, tú tienes que ver y conocer a lxs directorxs. El cineclub era un espacio para poder compartir, ver una película, un clásico, a un maestro de un género y poder conversar y compartir. Espinal fue crítico de cine también, llegaba una película aquí a Bolivia y hacia la desmenuzada acerca de qué relación tiene la película con esto, con esta realidad. Era la época de Rambo, la figura invasora de estos pueblos. Espinal era durísimo, súper crítico y estaba en contra de su propio gremio, digamos ¿no? Entonces realmente yo creo que el ver cine también te ubica, te permite ver tu realidad y Espinal te decía dónde estás frente a una película. Tú, dónde estás; tu país, dónde está. […] La principal cualidad del cineclub Luminaria ha sido precisamente mostrar un cine diferente, un cine de autores, propuestas nuevas ajenas al cine comercial, que te permitían tener una visión diferente, un discurso diferente. Y cuando aprendes y conoces ese mundo, ese nuevo cine, quieres seguir, ¿no? […]”
“[Amalia de Gallardo] era una mujer tradicional, ama de casa. Pero era brillante, era muy inteligente. Además, yo creo que les daba la vuelta a los curas de esa época, es decir, estaba con la Iglesia, pero ella sabía darle un giro, muy inteligente.
Doña Amalia no era una mujer política para nada, nunca te hablaba de política, ni de partidos, era muy conservadora en muchas cosas, por supuesto, pero muy inteligente para hacer propuestas. Hubo figuras masculinas que la opacaron, ella fue realmente la iniciadora de muchas cosas en el cine y video boliviano. En 1980 hicimos el video La danza de los vencidos. Estábamos muy imbuidos de la propuesta de Sanjinés de un cine junto al pueblo, de un director colectivo, de una producción donde no haya categorías. Hicimos el video Alfredo Ovando, yo y dos compañeros más, y está inspirado en un trabajo de Jorge Mancilla, donde se explica el origen de la morenada. Presentamos esta primera producción en video al Concurso del Municipio de La Paz, Cóndor de Plata, en el que estaban Amalia Gallardo, Antonio Eguino y Jorge Ruiz de jurados. Por su formato, no lo quisieron aceptar, porque el concurso era solo para cine. Pero Amalia, que tenía una visión clara de las cosas, además de ser muy respetada, dijo que, como no había la categoría video en el Cóndor de Plata, ese año se inauguraba. De esta manera se suscitó una gran controversia y reflexión dentro de la organización del concurso. Los ‘dinosaurios’, como les llamábamos, decían que el video iba a matar al cine, mientras nosotros los jóvenes nos sentíamos empoderados con este formato. Se decía que era terrible haber abierto esta categoría en el concurso. También estaba de jurado Carlos Mesa, quien nos dijo que el video podría ganar, pero el concurso era de cine y el video suponía una amenaza.”
Lupe Cajías. Periodista y escritora.
“Creo que, como una gran mayoría de los jóvenes de clase media de La Paz, en la adolescencia y juventud, a fines de los ‘60 o inicios de los ‘70 teníamos como referencia el cineclub Luminaria. Este era un espacio para ver películas que quizá no se las podía ver en otros lugares, un espacio en el que también se intercambiaban las ideas, había mucha participación. Era una oferta interesante. En mi caso, empecé a ir hacia el inicio de la dictadura de Hugo Banzer. Entonces, era un lugar de libertad y, obviamente, siempre hay ese atractivo de que el sábado en la mañana tienes una actividad cultural, están otros chicos, otras chicas, después una salteña, después el goce, el chequeo, y no era particularmente por ir a gozar el séptimo arte, si no que creo que hay que ver todos esos aditamentos. En mi caso particular, mi interés por el cine está muy influido por mi tío Julio de la Vega, crítico de cine. […] Al cineclub Luminaria iban jóvenes, hombres o mujeres, y escuchábamos con tanta atención al padre Renzo Cotta como también a Amalia Gallardo, que algunas veces hacia un resumen de la película que íbamos a ver. Entre paréntesis, también es importante notar el rol de la Iglesia Católica que no solamente estaba en La Paz, sino también en otros lugares, eran los que alentaban a los jóvenes a que vayan a ver cine de calidad. […] Entre los directores del cineclub destacaba Amalia Gallardo, que además también hacía crítica de cine en Presencia y en algunas radios, si no me equivoco. Una figura muy interesante era la de Alicia Muñoz, que hasta hace muy poco también estaba alentando temas de difusión de cine […] La asistencia a las sesiones del cineclub era de hombres y mujeres sin ninguna diferenciación.”
Iván Rodrigo Mendizábal. Realizador audiovisual. Doctor en Literatura. Docente universitario en Ecuador.
“Yo comencé en el cineclub Juvenil a mis 15 años y estuve en él por espacio de siete a ocho años, además siendo su presidente por unos cinco años. Mi relación con el cineclub Juvenil fue entre 1975 y 1982. Luego el Juvenil ya no funcionó más y se lo quiso reabrir en 1985 pero no duró más que unos meses. […] El Luminaria estuvo activo en los años 70 y cuando se iniciaron los periodos de inestabilidad política y dictaduras, entre 1980 y 1982, dejó de funcionar, además porque durante un largo periodo la Universidad estaba cerrada. Luego, en el 1983 o 1984, inicié en el cineclub Luminaria intentando reabrirlo; para ello fui su presidente. Esto fue cuando llegó al país otro salesiano, el P. Luigi DiLibero. Con su apoyo formamos un equipo e hicimos algunas sesiones, esta vez los jueves por la noche. Este proyecto, sin embargo, se orientó más a la formación crítica que al propio cineclubismo. DiLibero quiso darle al Centro de Orientación Cinematográfica (COC) otro sentido, como centro de formación al interior del Centro Don Bosco. Entonces, los sábados por la tarde, se hacían cursos o talleres permanentes de formación cinematográfica. El proyecto duró algo así como dos años. […]”
“Una vez tuvimos un conflicto con el nuevo director del cine 16 de Julio –un sacerdote cuyo nombre no recuerdo, un hombre flaco, alto, italiano, muy parco; usaba lentes y peinado corto hacia atrás, siempre de negro. Aunque recibimos la autorización y programamos la película de Louis Malle, Pretty Baby, e incluso esta ya estaba anunciada, se nos impidió proyectarla.
A los pocos días Amalia de Gallardo me convocó a una reunión en su departamento, en la av. 6 de agosto, para conversar. Fue una reunión para indicarme que veía con preocupación el Juvenil porque había tomado otro rumbo. Aunque se alegraba que había un grupo grande de jóvenes permanente, cosa que en su tiempo era difícil lograrlo, incluso con el Luminaria, veía que el cine se había vuelto más liberal y me pidió que no ceda demasiado al liberalismo. Ella para el momento ya no estaba tan activa en el mundo del cine boliviano y creo que estaba enferma; ella murió en los ochentas, años después de lo que estoy contando. En todo caso, la recuerdo, cuando hablamos, que parecía una madre que aconsejaba antes que recriminar. Por lo tanto, siento que era una mujer que mantenía la idea de orientar y no de imponer. De hecho, aprendí en el periodo cineclubista que es mejor formar el criterio; cuando se forma el criterio uno es capaz de tomar decisiones.”
Mabel Franco. Periodista y gestora cultural.
“Yo entré a la cola del cineclub Luminaria, que son los años 80, en la herencia del cineclub y también de la señora Amalia de Gallardo, para nosotrxs eran como los referentes. Doña Amalia todavía estaba viva y de vez en cuando nos llamaba y nos reclamaba, cuando hacíamos las cosas como ella no esperaba que se siguiesen, pero era una buena relación, yo creo fue una figura clave en esto de los cineclubes y también de la difusión de buen cine. […] Los que estábamos interesados en acudir a estas reuniones eramos chicos y chicas, entonces ahí empecé. Formé parte del cineclub Luminaria, luego fui su presidente y casi de inmediato pasé a presidir la Organización Católica Internacional del Cine (OCIC). Entonces fue así, a paso relámpago, por un espacio tan importante y tan lindo que reunía a jóvenes de colegios y también de universidades, para reunirse entorno de películas, analizarlas, discutirlas. Eran espacios absolutamente valiosos para despertar eso que el padre Luis Espinal nos viene diciendo todavía desde sus libros, que todos los espectadores, todos tienen el derecho y hasta la obligación de mirar las obras cinematográficas críticamente […]”
“La señora Amalia de Gallardo era muy católica, tenía una relación muy fluida con la Conferencia episcopal y otras instancias y oficinas católicas. Ya cuando nosotros empezamos aparecer ahí, como que ya no éramos tan católicos, entonces ahí fue que se produjo cierto quiebre, porque decíamos que no podía ser que todo sea servicio a la evangelización ¿no? […]
La señora Amalia de Gallardo era una persona admirable, sin duda, pero debo decir de verdad que puede que el quiebre haya sido generacional. Ella ya era una persona mayor que había hecho una obra admirable tanto desde la alcaldía, como desde estas organizaciones católicas. Entonces, entiendo que cuando vio que éramos ya mucho más jóvenes los que estábamos manejando las organizaciones, bajo la tutela de los sacerdotes y demás, a veces manifestaba cierto descontento. Recuerdo que me llamó alguna vez un poquito descontenta por algunas películas que se habían incluido en el Festival Llama de Plata. Y yo lo encuentro absolutamente válido, también es como que crías un hijo, lo ves crecer, es una maravilla y luego llegan otros que un poquito por ahí lo distorsionan. Yo siempre me relacioné con ella con mucha admiración y mucho respeto, pero al final nos decíamos: bueno, nos tocó estar aquí ahora y vamos hacer las cosas como sentimos que tenemos que hacerlas, ¿no?”
Pedro Susz. Crítico e historiador de cine. Co-fundador de la Fundación Cinemateca Boliviana.
“Hay que mencionar el papel de Doña Amalia de Gallardo y Doña Alicia Muñoz, cuya labor de sostén a las tareas del Cine Club Luminaria, a los pasos iniciales de la Cinemateca, a las primeras publicaciones de la Editorial Don Bosco, y a los primeros premios a los mejores estrenos anuales, un poco más tarde a las producciones locales en diversos formatos a través del Festival Llama de Plata, fue primordial.”
“Amalia de Gallardo encarnó las visiones y las circunstancias en las que había decidido impulsar el cine boliviano.
Realizadores, actrices y actores, gestores, se remiten a su contribución para ejemplificar a una mujer decidida por sus convicciones. Los pares masculinos que trabajaron con ella la recuerdan como una figura poderosa y animada que siempre veló para construir espacios para la educación y la formación en y a través del cine.”
Fuentes consultadas y/o referenciadas
Aimaretti, María. 2019. “Volver a los ochenta: prácticas, experiencias y agrupamientos en la ‘escena’ audiovisual paceña (Bolivia 1978-1989)”. En Cines latinoamericanos y transición democrática, compilado por Mariano Veliz, 53-88. Buenos Aires: Editorial Prometeo. http://www.ricila.com/volver-a-los-ochenta-practicas-experiencias-y-agrupamientos-en-la-escena-audiovisual-pacena-bolivia-1978-1989
Blanco Mamani, Elías. 30 de enero de 2012. “Amalia de Gallardo”. Diccionario cultural boliviano. https://elias-blanco.blogspot.com/2012/01/amalia-de-gallardo.html
Contreras, Pilar y Elías Blanco. 1997. Existencias insurrectas. La mujer en la cultura. La Paz: Subsecretaría de asuntos de género, Agencia Gesta de servicio informativo cultural.
Gallardo, Amalia de. 1972. Iniciación Cinematográfica. La Paz: Editorial Don Bosco. https://www.academia.edu/33003218/Iniciacion_cinematografica
----. S/D. Curriculum Vitae. Cartapacio con documentos, críticas y recortes de prensa de Amalia de Gallardo. Biblioteca Luis Espinal, Fundación Cinemateca Boliviana.
Gumucio, Alfonso. 1982. Historia del cine boliviano. La Paz: Editorial Amigos del Libro.
Mesa Gisbert, Carlos. 1982. El cine boliviano según Luis Espinal. La Paz: Editorial Don Bosco.
----. 1985. La aventura del cine boliviano. La Paz: Editorial Gisbert.
----. 12 de julio de 2013. “Cinemateca Boliviana 1976-2016. Cuarenta Años Trabajando por el Cine Boliviano”. https://carlosdmesa.com/2013/07/12/cinemateca-boliviana-1976-2013-37-anos-trabajando-por-el-cine-boliviano/
----. 2018. “Tercera parte. Del cine revolucionario al cine posible. 1962-1990”. En Historia del cine boliviano 1987-2017, coordinado por Carlos Mesa Gisbert, 135-256. La Paz: Plural Editores.
Sánchez-H., José. (1999). The Art and Politics of Bolivian Cinema. Maryland: The Scarecrow Press.
Terán Revilla, José Antonio. Agosto de 2018. Concurso Amalia de Gallardo 2018. From Bolivia. https://www.frombolivia.com/concurso-de-video/
VVAA. 1976. Cine y censura. Cuadernos de Cine 11. La Paz: Editorial Don Bosco.
Entrevistas
De la Quintana, Liliana. 11 de marzo de 2020. Realizada por Ángela Huanca, Alexandro Fernández y Sergio Zapata. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
Cajías, Lupe. 19 de agosto de 2020. Realizada por Lourdes Choque, Alejandro Mendoza y Mary Carmen Molina. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
Franco, Mabel. 14 de agosto de 2020. Realizada por Lourdes Choque, Alejandro Mendoza y Mary Carmen Molina. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
Susz, Pedro. 10 de septiembre de 2020. Realizada por Mary Carmen Molina y Sergio Zapata. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
Rodrigo Mendizábal, Iván. 15 de septiembre de 2020. Realizada por Lourdes Choque, Alejandro Mendoza y Mary Carmen Molina. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
Ballón, Leni. 5 de septiembre de 2020. Realizada por Cecilia Peñaranda y Mary Carmen Molina. Equipo MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020.
*Texto originalmente publicado el 5 de octubre de 2020 en Imagen Docs.
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